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martes, 2 de septiembre de 2025

La Biorefineria. Parte 1

Novelas Por Capitulos






A




 **Sinopsis:**Una Biorefinería, inactiva durante años, es vendida a nuevos propietarios. Uno de sus antiguos directores, encargado de entregarla, rememora durante la transición los eventos que llevaron a su quiebra, entrelazados con su propia historia personal. Al analizar y comparar esos sucesos con la realidad nacional, llega a una decisión inesperada.



 **Tercera actualización:*



*Desde lejos, el director observaba la inmensa estructura blanca de la Biorefinería. Su misión era desagradable. Durante las doce horas de trayecto, había considerado múltiples formas de abordarla, pero la más directa parecía la mejor. Habían pasado muchas cosas, y por un capricho del destino, le tocaba cumplir esa tarea ingrata. Para él, la Biorefinería simbolizaba una era que moría y otra que estaba por nacer.A medida que se acercaba, la silueta del edificio se definía. No quería llegar. En su mente revivía los desastres que, poco a poco, destruyeron el proyecto, al igual que su vieja camioneta, que apenas rodaba. Era una de las últimas asignadas a los gerentes, rescatada de un estacionamiento donde permaneció años, acumulando deudas impagas. De las veinticinco camionetas originalmente entregadas, muchas fueron robadas en prostíbulos, bares y clubes de playa en menos de una semana; otras, destruidas en accidentes. La suya era de las pocas que aún funcionaban.La estructura de la Biorefinería, reconstruida tras la destrucción del ala oeste, no parecía una planta industrial. Al llegar al amplio patio de vehículos, encontró la puerta de vigilancia abierta, sin nadie a la vista. Junto a un lote de camiones, vagamente recordó un acto donde se anunció su uso, aunque estaba casi seguro de que nunca funcionaron.Estacionó la camioneta y caminó lentamente hacia el edificio. Un anciano, sentado en una silla y recostado contra la pared, lo observó con curiosidad sin cambiar de postura. 


 —Buenas tardes —saludó el viejo.

 —Buenas tardes —respondió secamente el director. 


 —¿El señor es...?


 —El interventor delegado —dijo, usando un título que él mismo había inventado.


 —Ah —respondió el anciano, sin inmutarse. 


 —¿Dónde están todos? —preguntó por formalidad, sabiendo que los empleados en nómina probablemente estaban durmiendo, bebiendo aguardiente, drogándose o en inútiles reuniones políticas clandestinas, conspirando contra la reconstrucción del país.El anciano fingió sorpresa. El director comenzó a caminar hacia el edificio, seguido trabajosamente por el hombre.


 —Voy a entrar y tomaré una oficina, la que encuentre abierta —anunció. 


 —Todas están abiertas —respondió el anciano. 


 —Ok. 


 —Qué bueno que apareció. Llevo dos años sin cobrar —dijo el viejo con un destello de esperanza, caminando con la lentitud que el director asociaba a los oportunistas de siempre.Asintió en silencio, seguro de que oiría esa frase muchas veces. Al entrar, vio oficinas polvorientas, llenas de escritorios, laptops, computadoras y cajas apiladas. Identificó la que había sido la oficina del presidente de la empresa, ahora irreconocible. Entró, abrió con dificultad una ventana y decidió que dormiría allí unos días. Encendió un interruptor y, afortunadamente, la luz funcionó. Se sentó en el escritorio, respiró hondo y comenzó su tarea.Encontró un laptop, lo conectó e instaló un programa desde una caja etiquetada "Windows Vienna 78ZZkW". No quería pensar en la trascendencia de ese momento. Redactó un documento, lo subió a un grupo de Facebook , de weibo, de whassap y telegram de ex empleados de la Biorefinería y lo envió. Luego, se quedó mirando la pared y suspiró. 



 --- 


 Años antes, la Biorefinería, originalmente una refinería, fue rediseñada para procesar aceites usados, maíz, sorgo, caña de azúcar, semillas de tártago, aceite de palma, Jatropha curcas, tabaco Solaris, jaka y plásticos reciclados. Era una apuesta innovadora, a pesar de la competencia de los vehículos eléctricos e impulsados por hidrógeno. Producía electricidad, papel, biogás, bioplásticos, azúcar, vinagre, aceites oleicos, biocombustibles, biolubricantes, etanol y biodiesel. Cotizaba en las bolsas de Canadá y Japón, otorgando a los empleados un 12% inamovible del capital, uniformes cada tres meses, cursos de capacitación en Israel, Singapur, EE. UU., Corea del Sur, Taiwan, créditos sin intereses para vivienda tras dos años de trabajo, vehículos asignados, seguro de jubilación y seguridad social al 100%, y bonos por producción, asistencia, antigüedad, profesionalización y transporte. Sin embargo, exigía alta productividad, ya que el 18% del capital pertenecía a un grupo inversor japonés-canadiense, con una ganancia anual en bolsa del 18%, superando cualquier depósito bancario. Al final del año, los empleados recibían un bono en acciones convertibles, a veces superior al salario anual.A pesar de la creciente competencia de los vehículos eléctricos, la Biorefinería diversificó su producción con biodetergentes, biofertilizantes y materiales como MDF y PVC para viviendas prefabricadas, inicialmente destinadas a sus trabajadores. Sin embargo, su éxito contrastaba con la crisis nacional: alto desempleo, inflación, malestar en los cuarteles, huelgas y represión. La población, indignada, veía llegar equipos antimotines europeos y norteamericanos, mientras el gobierno pedía paciencia, alegando deudas y una "mala época". Los ánimos se caldeaban.En la Biorefinería, un sindicato paralelo organizó dos huelgas, rechazadas por la mayoría de los empleados. Todos estaban nerviosos, pero esperaban un cambio, un nuevo aire de libertad. 





 ---**II**



 El problema con Anarilye era su apariencia exuberante, que eclipsaba su talento. Muchos asumían que sería una gran stripper o incluso una estrella porno, pero estaban equivocados. Era una joven seria, disciplinada, con metas claras. Estudiaba ingeniería de procesos, practicaba futsal, gimnasia y caminaba largas distancias, lo que moldeaba su figura sin necesidad de cirugías. Le gustaban las fiestas y soñaba con enamorarse, pero los hombres que la abordaban la decepcionaban con propuestas vacías o excusas como "estoy separado" o "el divorcio sale la próxima semana". Su belleza desataba pasiones, pero ella, inmune a los halagos, se enfocaba en graduarse, viajar, fundar su propia empresa, comprar una casa, un sedán eléctrico y encontrar un hombre honesto, trabajador, sin afiliaciones políticas cuestionables. No le interesaba el matrimonio, aunque no descartaba ser madre.Recibía constantes "no sé qué me pasa contigo", señal de que su presencia desconcertaba a los hombres. Estaba a punto de comenzar sus pasantías y terminar su tesis a través de clases virtuales. Su excelencia académica le permitió elegir entre varias ofertas de empleo, pero aceptó una en la Biorefinería "JapCan Llano Biorefinery SPA", en los remotos llanos del sur. Pese a las catorce horas de viaje, el pueblo de 300 habitantes y el riesgo de estancarse, los beneficios eran inigualables: sueldos altos, ascensos sin competencia y un paquete de incentivos único. Su profesor tutor, respaldado por el decano, le escribió una carta de recomendación.Un domingo a las cuatro y media de la tarde, Anarilye llegó con una mochila estudiantil a la desolada plaza del pueblo.--- 





 **III**



 Christo Solo López, conocido como Chisolo, era el único de su barrio que estudiaba, enfrentándose al sabotaje constante de su padre. Este, incapaz de entender su pasión por el aprendizaje, lo interrumpía con tareas innecesarias, lo obligaba a faltar a clases para trabajar en un puesto de verduras o lo despertaba con discursos incoherentes tras noches de borrachera. A los nueve años, Chisolo disculpaba a su padre, quien nunca superó la traición de su esposa con un malandro del barrio. A pesar de la disfuncionalidad familiar, el niño perseveró.En la adolescencia, mientras trabajaba en el puesto, descubrió la deshonestidad de los comerciantes mayoristas: especulaban, escondían alimentos, maltrataban empleados y abusaban de las mujeres. Su padre estaba endeudado con ellos.


 Chisolo desarrolló un profundo resentimiento hacia las injusticias de un país rico con una población pobre, víctima de desigualdades y represión. La policía y los militares, provenientes de barrios como el suyo, protegían a los ricos. Su rabia lo llevó a protestar, primero gritando, luego lanzando piedras, aprendiendo a esquivar balas y gases lacrimógenos. Se convirtió en un símbolo en las manifestaciones.



 Alguien le regaló libros como *El Capital*, *El Manifiesto Comunista* y *El Estado y la Revolución*, y los pensamientos de mao Tse Tung . Absorbió sus ideas con fervor, uniéndose a grupos estudiantiles radicales que imponían su autoridad en los liceos. Fue detenido varias veces. Tras la muerte de su padre, enterrado bajo una llovizna gris, se entregó por completo a la causa revolucionaria, adoptando un espíritu dogmático y leninista.A los 23 años, se graduó como ingeniero en métodos y planificación de la producción, sin asistir a la ceremonia por considerarla una "debilidad burguesa". Preparó su currículum, dispuesto a contribuir con sus conocimientos a la lucha.--- 





Continua

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