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miércoles, 27 de agosto de 2025

DANA CHOU.Cuento Corto







Novelas Por Capitulos

En el corazón palpitante de Shanghái, una metrópolis donde el acero y el cristal se elevan hacia un futuro incierto, y las luces de neón pintan un lienzo de ambición y soledad, reside el apuesto y millonario  Xi Ling.  



Un hombre cuya fortuna es tan vasta como los rascacielos que dominan el horizonte de la ciudad, forjada con una astucia casi sobrenatural en el volátil mundo de la bolsa.

 Xi Ling no es un inversor común; su genio reside en la anticipación, en la lectura de los patrones ocultos del mercado, invirtiendo con maestría en ProShares, ETFs, índices y commodities. Cada transacción es un testimonio de su intelecto, cada ganancia un ladrillo más en el imperio de su riqueza. 

Sin embargo, detrás de la fachada de éxito y opulencia, Xi Ling es un alma prisionera de una soledad abrumadora, un eco constante de una herida sentimental tan profunda que ha dejado una cicatriz indeleble en su espíritu. Es un hombre que lo tiene todo, excepto aquello que el dinero no puede comprar: la conexión humana genuina, el calor de un afecto desinteresado,un conversación sincera,un paseo nocturno en una playa,sentir estar vivo.

A sus 32 años ya había experimentado todo, una colección de relaciones temporales,frías,vacías,de sexo en cualquier lujosa habitación, de deslumbrantes noches que solo dejaban una sensación de soledad y hastio. Vivir Una noche de fin de año en medio de una multitud gritando sin conocerse, comprar un carro lujoso para mantenerse en el tope de los más ricos de Shanghai. Viajes a Hong Kong,Noches en Singapur.Sólo consigo mismo, ganar millones para comerse un sándwich a las diez de la noche y otro día igual,conversación técnica,zancadillas entre inversores, comprar,vender,arriesgar y otro sábado en la noche con una mujer vacía, desesperada por ser la amante oficial, la concubina con apartamento, lo que fuera..

Su última relación fue tóxica,dañina, enfermiza.Zhou Song



 era extremadamente bella, con un cerebro totalmente vacío y un pesado lleno de fracasos amorosos, y desesperada por atraparlo como fuera. 
Casi que llegó un momento en que el por fastidio le planteó tener un hijo, llenarla de millones y listo. Por un momento le pareció que era una solución.La otra mudarse a Hong Kong y ver qué tal. Total. Tenía un apartamento ahí.. Quería huir, de todo, principalmente de el mismo.

Era evidente que Zhou estaba entre las 5 mujeres más bellas de Shanghai.Sabia perfectamente que habia una división completa de hijos de su madre detrás de Zhou con el único propósito de llamarlo a las Tres de la mañana y decirle.

-"Mira Xi con quien me acoste"-- y enseñarle un video de Zhou desnuda en una cama.



II

La opulencia de su ático en el distrito de Pudong, con sus ventanales que ofrecían una vista panorámica de la incesante danza de luces de Shanghái, se había convertido en una jaula dorada. Cada objeto de diseño, cada obra de arte contemporáneo, cada mueble minimalista, gritaba éxito, pero sus ecos solo resonaban en el vacío de su propia existencia. Xi Ling se movía entre ellos como un fantasma, un espectador de su propia vida, incapaz de sentir la calidez que el lujo prometía. Sus días eran una sucesión de reuniones en salas de juntas asépticas, donde las palabras eran números y las emociones, variables a controlar. Las noches, un desfile de cenas de negocios y eventos sociales, donde las sonrisas eran máscaras y las conversaciones, meros intercambios de información para mantener las apariencias. Se había acostumbrado a la frialdad de las relaciones transaccionales, a la ausencia de cualquier conexión genuina que no estuviera mediada por el interés o el beneficio.

 La idea de un afecto desinteresado, de una conversación que no persiguiera un objetivo oculto, le parecía una quimera, un lujo que ni siquiera su vasta fortuna podía comprar. La soledad era su compañera constante, un eco ensordecedor en los vastos espacios de su apartamento, donde el silencio solo era roto por el suave zumbido de los sistemas de climatización o el ocasional repique de su teléfono, siempre anunciando más negocios, más obligaciones, nunca una voz que buscara su alma, solo su influencia. En ocasiones, se encontraba de pie junto a los ventanales, observando la ciudad que se extendía a sus pies, una maraña de luces y sombras, de vidas entrelazadas y destinos inciertos. Se preguntaba si, entre esa multitud, habría alguien más que compartiera su misma soledad, alguien que, como él, anhelara una conexión que trascendiera el brillo superficial del éxito. Pero la respuesta siempre era la misma: un silencio ensordecedor, un vacío que ninguna cantidad de dinero o poder podía llenar.

La cena con Tiang, en un restaurante de alta cocina donde el silencio era tan denso como el aire, había comenzado como cualquier otra. Un ritual de cortesía entre dos depredadores del mercado, cada uno midiendo al otro, buscando la debilidad, la oportunidad. Xi, con su habitual desinterés, apenas escuchaba las quejas de Tiang sobre las fluctuaciones del mercado. Su mente divagaba, calculando los movimientos de la bolsa de Tokio, anticipando la próxima caída del yuan. Estaba más preocupado por la hora, por la siguiente reunión, por la interminable lista de tareas que lo esperaban. Pero entonces, la voz de Tiang, inusualmente grave, rompió la monotonía, una grieta en la fachada de acero que ambos presentaban al mundo, revelando una vulnerabilidad que Xi no esperaba encontrar en su rival.

—Tengo Leucemia. Estoy cagado de miedo.

La frase colgó en el aire, pesada, inesperada. Xi levantó la vista, sorprendido. La máscara de indiferencia de Tiang se había resquebrajado, revelando una vulnerabilidad que Xi rara vez presenciaba en su mundo. Por un instante, el ruido de la ciudad, el murmullo de las conversaciones cercanas, todo se desvaneció. Solo existía la confesión cruda y desesperada de un hombre que, como él, vivía en la cima de una montaña solitaria, y que ahora se enfrentaba a una cima mucho más formidable: la de su propia mortalidad. Xi sintió un escalofrío, no por miedo, sino por la cruda realidad de la vida que se imponía sobre el artificio de sus existencias. 

La imagen de Tiang, siempre tan calculador y frío, ahora desmoronándose ante él, era un espejo de su propia vulnerabilidad, una que rara vez se permitía reconocer. En ese momento, la barrera invisible que los separaba se disolvió, dejando al descubierto la humanidad compartida que, a pesar de sus rivalidades, los unía.

—Voy a hacerme tratamiento en Houston. Me va a costar un ojo de la cara— continuó Tiang, su voz apenas un susurro, mientras apuraba un trago de whisky, como si buscara ahogar el miedo que lo consumía, o quizás, el dolor de una vida vivida en la soledad. Xi, por primera vez en mucho tiempo, sintió algo más que hastío. Una punzada de empatía, una conexión inesperada con este rival que, de repente, se mostraba tan humano, tan frágil. La imagen de Tiang, siempre tan calculador y frío, ahora desmoronándose ante él, era un espejo de su propia vulnerabilidad, una que rara vez se permitía reconocer.  


Laconversación se tornó más personal, más íntima, a medida que Tiang desvelaba los detalles de su enfermedad, la incertidumbre de su futuro, la soledad que lo había acompañado a lo largo de su vida. Xi escuchaba, absorto, sintiendo una extraña conexión con este hombre que, hasta ese momento, había sido solo un nombre en una lista de competidores.

—Vas a salir bien— le dijo Xi, y la frase, aunque sencilla, sonó con una sinceridad que lo sorprendió incluso a él mismo. Era un eco de una humanidad que creía haber perdido. —Lo que necesites. No es un préstamo. Ni siquiera tienes que pedirlo. Es un hecho. Xi, el hombre que medía todo en términos de costo-beneficio, ofrecía ayuda sin esperar nada a cambio. Era un gesto inusual, casi ajeno a su propia naturaleza, un acto de pura compasión que brotaba de un lugar que creía seco dentro de sí. Tiang lo miró, una chispa de gratitud en sus ojos cansados, una luz tenue en la oscuridad de su desesperación. La oferta de Xi, desinteresada y genuina, fue un bálsamo para su alma atormentada, una prueba de que, incluso en el mundo despiadado de los negocios, aún existía la bondad humana.

—Lo tengo cubierto. Pero no sé si estaré todavía a tiempo. Si sucede, solo te pido que no dejes que lleven a un refugio a Shampoo. La mención de su gato, su única compañía, su único lazo con la vida, conmovió a Xi profundamente. Entendió la profundidad de la petición, la desesperación de un hombre que, ante la inminencia de la muerte, solo se preocupaba por el bienestar de su mascota, el último vestigio de afecto genuino en su vida. Era un testamento a la soledad que ambos compartían, una soledad tan profunda que un animal se convertía en el único confidente, el único receptor de un amor incondicional. Xi asintió, la promesa sellada en el silencio de la noche. La vida de Shampoo, el pequeño gato siamés, se había convertido en un símbolo de la fragilidad de la existencia, un recordatorio de que, incluso en la cima del éxito, la vida podía desmoronarse en un instante.

—No va a suceder. Descuida. Vigilaré que atiendan bien a Shampoo, y cuando vuelvas lo vas a encontrar perfecto— prometió Xi, y en ese momento, la promesa se sintió como un juramento sagrado, un pacto silencioso entre dos hombres que, en circunstancias normales, nunca habrían cruzado esa línea de intimidad. La conversación se extendió, y Tiang, aliviado, le confió las llaves de su apartamento, los detalles del servicio que cuidaba a Shampoo, la contraseña de su Huawei Maestro. Era una entrega total de confianza, un acto de fe en un hombre que, hasta ese momento, había sido solo un competidor, un rival en el despiadado juego del dinero.

 Xi sintió el peso de esa confianza, una responsabilidad que iba más allá de cualquier transacción financiera, una que tocaba las fibras más íntimas de su ser. La imagen de Tiang, vulnerable y confiado, se grabó en su mente, un recordatorio constante de la complejidad de las relaciones humanas, incluso en los entornos más hostiles.

Cuando terminaron la cena, el abrazo fue espontáneo, sincero. No había cálculo, no había interés. Solo la conexión efímera entre dos almas solitarias que, por un breve instante, habían encontrado consuelo en la vulnerabilidad compartida. Xi se quedó en la acera, viendo cómo el Toyota Camry de Tiang se alejaba en la noche, sus luces traseras desvaneciéndose en la distancia. Decidió caminar, no importaba la distancia. Quería sentir el asfalto bajo sus pies, el aire frío en su rostro, la vida en sus pulmones. Quería respirar, andar, saber que estaba vivo, que, a pesar de su riqueza y su poder, había algo más, algo que el dinero no podía comprar. Y mientras observaba a las parejas que caminaban hacia el metro, hacia sus hogares, sintió una punzada de envidia, un anhelo por una vida que, hasta ese momento, había creído que no era para él, una vida de conexiones simples, de afectos genuinos, de una calidez que su propio mundo de acero y cristal le había negado. La imagen de Tiang, frágil y humano, se grabó en su mente, un recordatorio constante de la efímera naturaleza de la existencia y de la importancia de los lazos humanos, por muy inesperados que fueran. La noche avanzaba, y con cada paso, Xi sentía que se alejaba un poco más del hombre que había sido, y se acercaba a una versión de sí mismo que apenas reconocía, una versión más humana, más vulnerable, más conectada con el mundo que lo rodeaba.

 

 

 


III 

III

El amanecer en Shanghái trajo consigo el habitual torbellino de actividad, pero para Xi Ling, la mañana comenzó con una interrupción inesperada. Al llegar a su oficina, el mensaje de su asistente parpadeaba en la pantalla de su terminal, un presagio de los problemas que se avecinaban. La señorita Zhou, su ex pareja, había sido detenida. El Honqi S9, el lujoso deportivo que le había prestado, yacía destrozado contra un poste, un símbolo de su imprudencia. La noticia no le sorprendió, pero sí le irritó profundamente. Zhou siempre había sido un torbellino de caos, una fuerza destructiva envuelta en una belleza deslumbrante. Pero esta vez, su irresponsabilidad había cruzado una línea, una que afectaba directamente su patrimonio y su ya precaria paz mental.

El informe detallaba la pérdida de los doce puntos de su licencia, una multa considerable y una pena de cárcel de entre tres y seis meses. Lo que más le molestó fue la llamada del seguro, que se negaba a cubrir los daños. La voz de su asistente, por lo general imperturbable, sonaba teñida de una mezcla de exasperación y cautela.

 

 “El seguro ha rechazado el siniestro, señor Xi. Alegan negligencia grave por parte de la señorita Zhou. El coste de la reparación del Honqi S9 es… considerable”.

 

Xi gruñó, la frustración burbujeando en su interior.

 

“Esa idiota andaba en mi auto sin mi permiso”, espetó, su voz resonando en la impecable oficina. Su asistente, siempre eficiente, le preguntó si deseaba enviar un abogado.

 

La respuesta de Xi fue tajante, casi un rugido:

 

“De ninguna manera y coloque en venta de inmediato el Honqi. No lo repare. Véndalo así mismo. Que se pudra en la cárcel si es necesario. Esa mujer es un pozo sin fondo de problemas”.

 

 No había espacio para la compasión, solo para la lógica fría de los negocios. El coche era un activo dañado, y Zhou, una responsabilidad que ya no estaba dispuesto a asumir. La noticia se filtró rápidamente a los medios, y los titulares sensacionalistas no tardaron en aparecer, vinculando su nombre al escándalo.

 “El magnate Xi Ling y el escándalo de su ex novia”, “Zhou Song, la influencer caída en desgracia, y su lujoso accidente”.

 

Xi, sin embargo, permaneció impasible. La opinión pública era un ruido de fondo en su mundo, una distracción insignificante en comparación con las complejidades del mercado de valores. Su mente ya estaba en el siguiente movimiento, en cómo minimizar las pérdidas y seguir adelante. Zhou era un capítulo cerrado, o al menos eso quería creer.

La noche trajo consigo la promesa de un compromiso, una obligación autoimpuesta que, sorprendentemente, no le pesaba. Xi se dirigió al apartamento de Tiang, el lugar que ahora albergaba a Shampoo, el gato siamés que se había convertido en un inesperado vínculo con su rival. 

Al entrar, el ronroneo satisfecho de Shampoo lo recibió, un sonido que, para su sorpresa, le resultaba reconfortante. El gato, con su aire de superioridad felina, se acurrucó en su regazo, ajeno a la complejidad de los asuntos humanos. Mientras acariciaba su suave pelaje, la pantalla del portátil de Tiang parpadeó, mostrando una alerta. Por un instante, Xi dudó. La curiosidad, sin embargo, fue más fuerte que su reticencia.

 

 

“Es el insufrible de Tiang que quiere comprobar si vine a visitar a Shampoo”, pensó con una sonrisa irónica, una pequeña victoria personal en medio del caos de su vida. Presionó enter, y el mensaje se desplegó ante sus ojos.

El mensaje era críptico, pero su significado era inconfundible:

 “Sr. Tiang. Tenemos mercancía de estreno”.

 

 Debajo, una foto. Una imagen que, a pesar de su baja resolución, lo impactó de una manera que pocas cosas lo hacían. No era la belleza convencional de Zhou, ni la sofisticación calculada de las mujeres que solían rodearlo. Era algo más sutil, más enigmático. Una mirada profunda, unos ojos que parecían contener secretos milenarios, una pose que denotaba una vulnerabilidad que lo atrajo de inmediato. No le quedó ninguna duda de qué se trataba.

 El servicio de acompañantes de lujo de Tiang, una faceta de su vida que Xi había intuido pero nunca confirmado.

Y ahora, una nueva “mercancía” había capturado su atención, despertando una curiosidad que no había sentido en mucho tiempo. Una curiosidad que iba más allá del simple deseo, una que prometía una conexión que su alma anhelaba. La imagen de esa mujer, desconocida y misteriosa, se grabó en su mente, un faro en la oscuridad de su soledad.

 

 

 


Y no le quedó ninguna duda de que se trataba





Era casi superior a su mismo


Definitivamente Tiang era un excentrico




Filetes de Wagyu japonés grado A5 cocinados a la perfección, glaseados con

 Ella entro serena, Pero para el descubrió que estaba nerviosa

 V

Esa noche, el rostro de la chica de la foto se incrustó en su mente, una imagen persistente que eclipsaba cualquier pensamiento sobre Zhou, sobre el mercado, sobre su propia existencia vacía. Xi, acostumbrado a la frialdad de los números y la lógica implacable del mercado, se encontró desorientado por una emoción que no podía cuantificar, una sensación que lo arrastraba hacia lo desconocido. La belleza de Zhou era innegable, una belleza de revista, de pasarela, pero la de esta desconocida poseía una cualidad etérea, casi irreal, que lo perturbaba. Era una belleza que no buscaba la atención, sino que la exigía con una quietud magnética, una promesa de profundidad que lo atraía como un imán. Al día siguiente, la concentración le falló. Los gráficos de la bolsa, los informes financieros, todo se volvió borroso, insignificante. La idea de conducir, de enfrentarse al bullicio de la ciudad, le resultaba insoportable. Decidió que su chófer lo llevaría en el Toyota Century, un santuario de silencio y lujo que le permitía aislarse del mundo exterior, un capullo donde podía entregarse a sus pensamientos sin interrupciones.

—No vamos a la oficina. Vamos a Zhujiajiao— le indicó a su chófer, la decisión surgiendo de un impulso repentino, una necesidad imperiosa de ver a esa mujer, de desentrañar el misterio que la rodeaba. El chófer, acostumbrado a las excentricidades de su jefe, asintió en silencio y condujo hacia la tranquila zona de jubilados, donde se alzaba el edificio de Tiang. Al llegar, Xi se encontró frente a una antigua casa convertida en dos apartamentos, un reflejo de la personalidad excéntrica de su difunto rival. “Espérame. No tardo”, dijo, casi precipitándose al interior de la vivienda, impulsado por una urgencia que no comprendía del todo, una mezcla de excitación y nerviosismo que rara vez experimentaba.

Al entrar, Shampoo lo recibió con un ronroneo, como si supiera que su presencia era un bálsamo para el alma atormentada de Xi.

 

“Tranquilo Shampoo. Vine a ver cómo pasaste la noche”, le dijo, mientras se dirigía directamente a la computadora de Tiang.

 Con manos temblorosas, tecleó en el link de la foto de la joven. Se sintió estúpido, un millonario poderoso reducido a un adolescente nervioso, un hombre que había conquistado mercados enteros, ahora temblaba ante la perspectiva de una simple cita. La respuesta fue inmediata:

“¿Esta noche?”.

Xi respondió con un simple “Sí”, su voz apenas un susurro.

La voz al otro lado de la línea, impersonal y eficiente, le preguntó: “
¿A la misma dirección? ¿En su apartamento?”.

 Xi, sin dudarlo, escribió atropelladamente: “A las 10 PM”.

La transacción fue rápida, sin preguntas.

 “Descontaré de su tarjeta”, le informaron.

Xi, sin embargo, optó por otra tarjeta, una que no estuviera vinculada a sus negocios, una que le permitiera mantener un velo de discreción sobre esta nueva aventura. “Adicione”, le indicaron. “¿El mismo monto de siempre?

 

Quiero un… contrato… por tres horas…”, indico Xi, sintiendo una extraña mezcla de vergüenza y excitación, una sensación que lo hacía sentir vivo por primera vez en mucho tiempo.

 “Entiendo. Estamos hablando de 1500 $. Es un ‘producto’ nuevo y por eso el monto”, le explicaron.

 “Perfecto”, respondió Xi, la palabra sonando hueca en el silencio del apartamento, pero su mente ya estaba en otra parte, en la imagen de esa mujer, en la promesa de una conexión que iba más allá del dinero y con una sensación de indignación en la forma como se expresaban de la muchacha…

El resto del día fue una tortura. Las horas se arrastraban, cada minuto una eternidad. Una reunión inesperada sobre la caída de Doge.Coin, una visita no planificada de una anciana millonaria que quería asegurar el futuro de sus nietos, todo se sentía como una distracción, un obstáculo en su camino hacia la noche. A las 7 PM, huyó de su oficina, desesperado por prepararse para su encuentro. Al llegar a su apartamento, la frialdad de su lujoso hogar, con sus vistas panorámicas a una ciudad que nunca duerme, se convirtió en un espejo de su propio vacío interior. Desesperado por ver a una desconocida, una mujer que, en el fondo, sabía que sería igual que todas, pero a la que, por alguna razón, sentía una atracción irresistible. Por lo menos tenía algo de honestidad. Le estaba cobrando bastante, y eso, de alguna manera, lo hacía sentir menos culpable. Inspiró profundamente, buscando consuelo en el aire viciado de su soledad. Otra noche, otra evasión, otro intento desesperado de llenar el abismo que lo consumía.

 

 “Para eso se ganan millones, para comprar sexo, tomar dos copas, fingir una relación y seguir en el mismo vacío”, se dijo a sí mismo, la amargura en su voz, una verdad que lo perseguía como una sombra. Acostumbrado y consciente de la ilegalidad y los riesgos, pero impulsado por una desesperación que superaba cualquier juicio, Xi Ling había decidido cruzar una línea adicional, una que lo llevaría a un territorio desconocido, a una búsqueda de algo que el dinero no podía comprar.

Otro desesperado intento de llenar el abismo de su soledad, de encontrar, aunque sea por un instante, una sombra de compañía en un mundo que parece haberlo olvidado. La soledad era un monstruo que lo acechaba, un vacío que ninguna cantidad de éxito o riqueza podía llenar. Y en esa búsqueda desesperada, Xi estaba dispuesto a arriesgarlo todo, a cruzar cualquier límite, con la esperanza de encontrar un atisbo de conexión, un momento de paz en el torbellino de su existencia.

 

 

Manejó hasta llegar al apartamento de Tiang. 9 P.M. Tenía tiempo. Un servicio de delivery de súper lujo. Llamó al restaurante Hakkasan, y pidió un delivery vía dron. Al rato le llegó. El menú, una sinfonía de sabores exóticos, se desplegó ante él:

 

 Dim Sum Trufado con Cangrejo de Río, Sushi de Atún Rojo con Oro Comestible, Pato Pekín con Caviar Oscietra, Wagyu A5 con Salsa Teriyaki y Trufa. Una cena digna de un emperador, pero que comería solo, en la soledad de un apartamento ajeno, esperando la llegada de una mujer que, por 1500 dólares, le ofrecería una ilusión de compañía, una breve tregua en su batalla contra la soledad.

Abrió la puerta y realmente quedó deslumbrado. No era una belleza convencional, de esas que se exhiben en las portadas de las revistas, sino una belleza más sutil, etérea, casi irreal. Dana Chou entró serena, con una gracia innata que contrastaba con la cruda realidad de su profesión. Sin embargo, Xi, con su aguda percepción, descubrió que, bajo esa aparente calma, había una nerviosismo apenas perceptible, un temblor en sus manos, una ligera vacilación en su mirada. Y sin duda se asombró. Y es que Xi, a sus 32 años, era un tipo extremadamente guapísimo, por lejos, a la par de cualquier actor de moda y de más. Su presencia, su aura de poder y riqueza, era innegable, y Dana, a pesar de su profesionalismo, no pudo evitar sentirse intimidada por el hombre que tenía delante.

Él, en silencio, la invitó a entrar y le dijo, con una sinceridad que lo sorprendió incluso a él mismo:

—Seré sincero. No soy Tiang. Y realmente solo quiero conversar y escuchar a alguien. Esto no es la costumbre, estoy seguro de ello.

 

La confesión, tan directa y honesta, desarmó a Dana. No era lo que esperaba. Estaba acostumbrada a las demandas explícitas, a la superficialidad de las interacciones dictadas por el dinero. La propuesta de una simple conversación, de una conexión humana, la tomó por sorpresa.

—Gracias. Me llamo Dana Chou y no es un apodo— dijo ella, sentándose en el sofá, para que inmediatamente Shampoo, el gato siamés, se acomodara en su regazo con un ronroneo de satisfacción, como si reconociera en ella una bondad que pocos poseían. A sus veintitrés años, Dana poseía una belleza etérea, casi irreal, que contrastaba con la cruda realidad de su profesión. Reservada, con una mirada que parecía contener secretos milenarios y una fragilidad que invitaba a la protección. Su voz, suave y melodiosa, era un bálsamo para el alma atormentada de Xi.

Pasados los minutos iniciales, la conversación fluyó con una naturalidad sorprendente. Hablaron de todo y de nada, un prefacio a algo que ya estaba establecido, una conexión que trascendía las barreras de su profesión. Dana no era como las otras. No había en ella la artificialidad o el descaro que Xi había anticipado. Desde el primer momento, Xi se sintió intrigado por su quietud, por la dignidad con la que se movía en un mundo que buscaba despojarla de ella. Él, acostumbrado a la superficialidad de las interacciones dictadas por el dinero, se encontró tratando a Dana con una deferencia y un respeto que rara vez ofrecía a nadie. No la veía como un mero servicio, sino como un enigma, un alma solitaria como la suya, atrapada en circunstancias que no comprendía del todo. Y así pasaron las horas. Tres horas que se fueron en un instante, un lapso de tiempo que, para Xi, se sintió como una eternidad, un oasis de paz en el desierto de su existencia. La llamaron para irse, y Xi sintió una punzada de decepción, un anhelo de que la noche no terminara.

1:30 AM. Un tiempo compartido. Una conversación íntima de dos desconocidos y nada. No sucedió lo que suponía tendría que pasar. Xi quedó fascinado de ella, del aroma de ella, de la cara de ella. Fue la única vez en muchos que consideró que 1500 $ le hicieron sentir vivo. La sensación de conexión, de comprensión, de ser escuchado sin juicio, era un lujo que ni todo su dinero podía comprar. Fue directo al laptop, su mente ya tomada por una obsesión que no podía controlar.

 

—Quiero a Dana únicamente para mí— tecleó, la decisión firme, inquebrantable. La voz al otro lado de la línea, impersonal y eficiente, sugirió:

 —Ese servicio es muy especial y le quita oportunidades a ella. Podemos enseñarle otras “posibilidades”. Pero Xi no quería otras. Quería a Dana, y solo a Dana.

 

 

—No quiero otra. La quiero únicamente a ella, y que nadie la use— respondió, su voz cargada de una determinación que no admitía réplicas.

 

La voz dudó por un instante, luego respondió:

—Como guste. Sin embargo, debo aclararle que… Xi no la dejó terminar. Colocó los números de su tarjeta, su mente ya calculando el costo de su obsesión.

—¿Cuánto?— preguntó, la impaciencia en su voz.

 

 —22500 $ el mes— le informaron. Xi revisó, confirmó, y la transacción se completó. La exclusividad de Dana Chou, un precio que estaba dispuesto a pagar, un paso más en su desesperada búsqueda de una conexión que trascendiera el dinero, una que llenara el vacío de su alma.

 

 

 

 

 

 

 Sus encuentros iniciales no fueron lo que la agencia prometía. Xi no buscaba el placer efímero; buscaba compañía, una voz que rompiera el silencio ensordecedor de su existencia. La llevó a lugares que rara vez visitaba con sus socios de negocios o sus conocidos superficiales. Cenaron en restaurantes discretos donde la comida era una obra de arte y la conversación fluía con una naturalidad sorprendente. Pasearon por los jardines ocultos de la ciudad, lejos del bullicio, donde el tiempo parecía detenerse, donde las preocupaciones del mundo exterior se desvanecían, dejando solo el presente, la conexión entre dos almas solitarias. Xi descubrió que Dana poseía una inteligencia aguda y una sensibilidad artística que la hacía ver el mundo con una profundidad inusual. Hablaban de libros, de arte, de la vida en Shanghái, de los sueños rotos y las esperanzas secretas. Dana, con su mirada profunda y su voz suave, le revelaba un mundo que Xi, a pesar de su riqueza, nunca había explorado, un mundo de belleza, de significado, de conexión.

Xi, el inversor implacable, se encontró compartiendo fragmentos de su alma con esta joven enigmática, revelando la herida que lo había consumido durante tanto tiempo. Dana, por su parte, escuchaba con una paciencia y una comprensión que desarmaban a Xi. No había juicio en sus ojos, solo una quietud que lo invitaba a ser él mismo, a despojarse de las máscaras que había usado durante tanto tiempo. La relación entre ellos se construyó sobre un respeto mutuo, una curiosidad creciente y una comprensión tácita de la soledad que ambos cargaban.

 Xi se dio cuenta de que, a pesar de sus mundos tan dispares, compartían un hilo invisible de melancolía. Él, con su riqueza y su poder, y ella, con su vulnerabilidad y su belleza silenciosa, eran dos almas a la deriva en la inmensidad de Shanghái, buscando un ancla, un refugio en la tormenta de sus vidas.

 Xi no la presionaba, no la forzaba a nada. Se contentaba con su presencia, con la calma que Dana traía a su caótica existencia. La llevaba a galerías de arte contemporáneo, donde Dana se perdía en la contemplación de las obras, Xi observaba su perfil, fascinado por la forma en que la luz se posaba en su rostro, por la expresión de asombro y admiración que iluminaba sus ojos. La invitaba a conciertos de música clásica, donde el silencio entre las notas era tan elocuente como la melodía misma, y Xi sentía una paz que no había experimentado en años, una paz que solo la presencia de Dana podía brindarle.

Con cada encuentro, la barrera entre ellos se desdibujaba un poco más. Xi empezó a ver a Dana Chou más allá de la etiqueta de acompañante; veía a Dana, la mujer, el alma. Y Dana, a su vez, empezó a ver más allá del millonario solitario; veía a Xi, el hombre herido, el corazón que anhelaba ser sanado. 

Un día, con la sorpresa que siempre acompaña, él le robó un beso, un beso inexperto por parte de ella, una sorpresa adicional para él, un momento de pura magia que selló la conexión entre ellos. Fue inevitable. En apenas 22 días, con angustia a las 3 y media de la mañana, Xi despertó y, sentándose en la cama, dijo en voz alta, la verdad que había estado reprimiendo: 


—¡Maldita sea! Estoy obsesionado con Dana Chou. No la quiero 2 horas. La quiero para mí. No me importa el qué dirán. No me importa la opinión de nadie. La necesito. La quiero aquí conmigo. Estoy enamorado de ella. 




Y es que los sitios de reunión dejaron de ser en el apartamento de Tiang. Lo que hizo que su rival Shampoo estallara en furia. Shampoo era el otro enamorado de ella y peleaba sin tregua la atención de ella, celoso de la atención que Dana le brindaba a Xi. La presencia de Dana había transformado la vida de Xi, llenando el vacío que lo había consumido durante tanto tiempo, y ahora, no podía imaginar su vida sin ella.










Shampoo era el otro enamorado de ella y  peleaba sin tregua la atención de ella


III


III


Tiang murió. Xi sabía que le dejaría Shampoo. Como todo inversionista, Tiang tenía muchas amantes, y sin duda que desde el hospital en Houston dejó arreglos. No fue sorpresa que le dejó Shampoo con las escrituras del apartamento para que Shampoo estuviera cómodo y un fideicomiso de 75 millones de yuanes para la alimentación, así como para su cuidado y bienestar. La noticia de la muerte de Tiang, aunque esperada, golpeó a Xi con una extraña mezcla de tristeza y resignación. No eran amigos íntimos en el sentido tradicional, pero la vulnerabilidad compartida en aquella cena había forjado un lazo inesperado. Xi sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, no solo por el gato, sino por la memoria de un hombre que, a su manera, había encontrado una forma de confiar en él.

Evidente que donde estaba Dana estaba Shampoo y eso fue a parar en el apartamento de Xi.

Dana se había acostumbrado tanto a Xi que ya en sus visitas no llegaba elegantemente vestido. Ella se vio obligada a aceptar que otras mujeres la miraban con indisimulada envidia al ellos ir a las zonas de comida informal.

Ella  le dijo que la agencia pensaba que el era un policía encubierto. Se rieron bastante. Y realmente la pasaban bien.hacian buena pareja y estaban muy peligrosamente en convertirse en buenos amigos. 

El la llevo al stadium de Shanghai, para que ella viera a su equipo de béisbol los Tianjin Lions 

   - Basado en la ciudad de Tianjin, cerca de Beijing.

   -- Eres de Tianjin. Cómo vinistes a tener a Shanghai? Era más fácil ir a Beijing.

Ella le explicó que obtuvo permiso de mudanza. Estudiaba arte moderno y quería ser directora de cine.

Paso más tiempo

Hasta que un domingo sucedió. Dana mostró una manzana.Parecia decidida a definir la situación. Ella era la tentación y el pecado.

Ella era la tentación y el pecado

No pudieron seguir presos en barrerasHicieron el amor. No fue comprado, no fue pagado. Sucedió. Fue intenso,apasionado,físico,sin conseciones y con un beso profundo e interminable Xi le dijo.

-- Quiero que seas mía. No por un pago insincero, me gustas Dana. Llegastes de una manera y quiero que empecemos desde hoy.

Dana guardó silencio 

-- No quiero que nos hagamos daño.Hay una sombra en esto. Y podemos hacernos daño.

-- Adicional estamos los dos. Y solo importa cada momento 

-- Estoy segura que ya te están señalando bastante.

-- Es evidente que es un triangulo amoroso. Se ve que Shampoo es de mente muy abierta 

-- Esto es serio.

-- Si lo es. Lo que siento es genuino. Quiero que seas sincera.

Dana guardó silencio y bajo la mirada .

-- Cuál es tu miedo?

-- Eres un hombre importante. Lo sé.Perteneces a un mundo muy diferente al mio.En realidad somos desconocidos fingiendo una amistad.

-- Me parece que los 24 millones de habitantes de Shanghai tienen cosas más importantes que hacer,que inmiscuirse en mi vida. Resulta que contigo soy feliz.Estoy vivo y las cosas tienen sentido.Lo has hecho tu.

-- Repito.Tengo miedo de hacerte daño 

-- Voy a liberarte de esa empresa .-- anunció enfatico

-- Ellos van a destruir tu reputación.

-- Eso es imposible.

-- Porque estás tan seguro?.-- dijo ella viendolo

-- Porque no tengo ninguna-- susurro Xi.

-- Ya hicimos el amor. Se suponía que era una sola noche. Aproveché las circunstancias.

-- Eso no es cierto.-- le repuso el .

Dana lo miró con genuina angustia, y envuelta en sábanas se sentó en la cama, llorando silenciosamente,de espaldas a el  .

-- Que sucede? Tenemos dos meses juntos. Es un comienzo. Puede suceder. Podemos hacerlo real. Yo quiero luchar por ti. No me importa más nada.

-- Yo estoy enamorada de otro hombre y por el he hecho lo que he hecho. El no merece esto-- contestó entrecortada Dana.

Xi quedó estupefacto. Un silencio pesado se hizo y el desnudo se sentó junto a ella viendo sus películas desordenado y su rostro descompuesto.

-- Y yo. Acaso yo merezco esto. Estoy ilusionado contigo-- indicó el con el corazón roto.

-- Eres un hombre bello. Sabes hacer feliz pues conviertes todos los momentos en especiales. Por eso No debemos vernos más-- dijo ella sacando valor.-- Esto debió haber sido para lo que me buscastes. Esa noche eras mi primer cliente. No he sido de más nadie en todo este tiempo. 

-- Entonces porque llegastes hasta aquí?

-- El hombre que amo es estudiante de ingeniería mecatrónica en la universidad. Ahí nos conocimos. Nos enamoramos. Sucedió. Resulta que el es enfermo del corazón. Un día hicimos frenéticamente el amor. Le dió un infarto.su seguro médico universitario casi se agotó. Hay que hacerle una operación muy peligrosa. Con donaciones y lo que queda de seguro solo cubre una parte. Faltan 60000 yuanes. Por eso estoy en esto. Buscando ayudar. El está en esa situación porque no supe contenerlo y contenerme.

-Xi no supo que decir



-- Tenías planeado que hoy sucediera. Era una despedida.Hacer realidad el contrato.Es así?,-- cuando pudo hablar

-- Si-- dijo ella sin mirarlo.

Luego, Se vistió en silencio y en el mismo se marcho


Pasaron dos semanas.

Un torbellino de emociones se apoderó de Xi en esos dias. La culpa, la ternura, un feroz instinto de protección. La idea de que otros hombres pudieran tocarla, que pudieran profanar esa pureza que él había descubierto, se volvió insoportable. En ese momento, tomó una decisión irrevocable. Dana no volvería a la agencia. No sería de nadie más. Hizo una reunión con ellos. Ella tenía un contrato Leonino. Todo lo que el pagaba se lo quedaba la agencia. Un porcentaje infimo era para ella. La agencia se dió cuenta que podía sacarle de más. Y a el no le importó. Lo logro. Rompió el contrato.Dana era libre. Tenía que encontrarla. Le dieron la dirección. Estaba viviendo en Chongming es una isla en el extremo norte de Shanghai, viviendo alquilada en los contenedores

Estaba en Chongming es una isla en el extremo norte de Shanghai, viviendo alquilada en los contenedores







Los días que siguieron fueron una extraña mezcla de tensión. Xi no dejaba de recordar la   burbuja dorada, aislados del mundo exterior en que vivió con Dana.

 Él la trató con una ternura y un cuidado que nunca antes había mostrado. La llevó a los mejores restaurantes y a los más sencillos, le compró ropa de diseñador y se vistieron con ropa rota, la rodeaba de lujos que Dana nunca había imaginado y viajaron en autobus. Pero más allá de lo material, Xi le ofrecía su tiempo, su atención, su corazón. Compartían cenas íntimas, largas conversaciones y noches de  que profundizaban su conexión. Xi se sentío vivo de una manera que no recordaba. La soledad que lo había atormentado durante tanto tiempo parecía disiparse en presencia de Dana. Sin embargo, a pesar de la aparente perfección de su nueva vida,

 Xi  notaba una sombra de tristeza en los ojos de Dana, una melancolía que no lograba descifrar. Ella era agradecida, cariñosa, pero había una parte de su ser que permanecía cerrada para él, un jardín secreto al que no tenía acceso.


La curiosidad de Xi, la misma que lo había convertido en un inversor de éxito, se despertó. Empezó a recordar   Dana  sus silencios, sus miradas perdidas.  No era una pose.Era genuino.Y el no lo supo ver.Tan experto en negociar y no supo ver un sentimiento humano.



Decidió ir a buscarla, y estaba preparándose para ellos, cuando un investigador que había contratado le llevo lo que el había solicitado.

A los días recibió Las fotografías que mostraban a una pareja joven y feliz, compartiendo helados en un parque, estudiando juntos en una biblioteca, mirándose con una devoción que Xi nunca había visto en los ojos de Dana cuando lo miraban a él.

-- Es el. Ese es el hombre que ella ama

 Los mensajes visuales revelaban una historia de amor truncada, una separación forzada por las circunstancias..Mostraba la tensión y angustia de ella cuando el jóven estaba en chequeo médico y como cambiaba cuando lo veía regresar.Era genuino,era real.No era pagado.




Xi entendió.

 Dana se había alejado de Johg Ting para no ser una carga, para no arrastrarlo a sus problemas económicos, para no interferir en su futuro. Se había sacrificado por él, eligiendo un camino oscuro para que él pudiera seguir en la luz y a la vez buscó destruirse en el fango para salvarle la vida. 

III

La rabia inicial, los celos, la sensación de haber sido engañado, dieron paso a una comprensión dolorosa. Vio el reflejo de su propia soledad en la historia de Dana y Johg Ting, dos almas separadas por las crueles ironías de la vida. 

En ese momento de claridad, Xi comprendió que el verdadero amor no es posesión, sino generosidad. Se enfrentó a una elección imposible: aferrarse a Dana y mantenerla a su lado, sabiendo que nunca sería completamente feliz, o dejarla ir y darle la oportunidad de recuperar el amor que había perdido. El había pensado presentarse ante los dos y decirle lo que había sucedido entre ella y el 

Continúa..




El reencuentro de Dana y Johg fue

un testimonio del poder del amor verdadero, y del sacrificio de un hombre que, a pesar de su riqueza y su poder, comprendió que la felicidad de la persona amada estaba por encima de sus propios deseos.



IV


Xi averiguó en el hospital  .No le dieron información de John, Pero si que le dijeron que  faltaban 60000 yuanes  . Una simple bagatela para el.El costo de  Una noche aburrida en cualquier restaurant en decadencia. Transfirió el dinero como donante anonimo. La operación quirúrgica  se efectuaria. Era un homenaje a los días que Dana de manera artificial o no, lo hizo sentirse bien y reconciliado con la vida.


II

El mismo día en que el novio de Dana se le hizo el procedimiento trascateter de reparación de la válvula mitral borde a borde con un dispositivo clip dragón fly.

Zhou salió de la cárcel.

Sin lugar a dudas estaba entre las 5 mujeres más bellas de Shanghai También estaba entre las cinco mujeres que convertían el tomarse un té de frutas en un mega escándalo social

 Sin lugar a dudas seguían estando entre las 5 mujeres más bellas de Shanghai También estaba entre las cinco mujeres que convertían el tomarse un té de frutas en un mega escándalo social.


Enfundada detrás de unos lentes negros,con el pelo recogido y sin maquillaje era la puesta en escena perfecta para desatar todas las noticias de farándula.

"La influencer Zhou Song sale de la cárcel" "Su compañero oficial el hombre de negocios Xi Ling nunca fue a visitarla y se exhibió por todo Shanghai con una joven desconocida"

III

Xi averiguó que Zhou celebraría su retorno a la libertad con una glamorosa fiesta. Y con eso comprendió que había vivido lo suficiente para comprender que nunca  nacio el primer hombre que entendiera a las mujeres; y el no sería la exepcion.

Por lo tanto recordó que en la joyería Van Cleef en el centro comercial Plaza 66 tenían la medida del dedo de Zhou.

 Fue y compró un anillo de unos miserables 550000 yuans , armado con un ramo de rosas gigantesco y con la coraza del mayor descaro se presentó en la fiesta de Zhou.

--Tiene que funcionar.No va a perder la oportunidad de botarme delante de todo el mundo--- pensó esperanzado.

Llegó a la fiesta,bajo el peso de todas las miradas y el automático silencio de todos los concurrentes.

Zhou caminó hasta donde estaba Zhou y colocando el ramo de rosas en el piso,teatral mente se arrodilló,enseñó el anillo y con una voz que no le pertenecía dijo

-- "Zhou. Quieres ser mi esposa?".

Zhou estalló en las lágrimas más hipócritas y falsas que se recordarán en la historia de China desde el falso llanto  de Akame, y mirándolo  con una triunfal expresión respondio cuál ensayo perfecto.

-- Por supuesto que SI, mi amado y unico amor-- arrodillándose y abrazándolo con fuerza, no fuera a arrepentirse y escapar. La fiesta explotó de manera salvaje hasta el amanecer,para amanecer bailando los dos ,atrapados en sus mentiras, mientras el piso estaba lleno de los ebrios colapsados.

-- Espero que de ahora en adelante ,cuando tengas un amante no lo publiques en Weibo.-- sugirió el.

-- No tienes ningún derecho a reclamar nada. Mientras estaba presa,sola y abandonada, te divertistes un mundo con esa chica Dana Chou.Lo supe y la vi, es flaca,corriente y fea.-- afirmó con un susurro expeluznante

-- Con eso aprendes a manejar.

-- Cuando es la boda?.

-- Pon la fecha.No voy a huir.-- respondió a punto de soltar un bostezo

-- Hoy mismo me voy a ir a tu...a nuestro apartamento.... Total, querías que te botara delante de todos, con eso aprendes que no existe un hombre que le gane una pelea a una mujer.

-- Veo que vas a lograr que me enamore de ti.

-- Soy bellísima y vanidosa.Tenia que suceder.Tengo Hipergarmia superlativa - le regaló un beso, demoledor,apasionado,lleno de promesas,de mujer experta,que sabía manejar el momento y las circunstancias de ese amanecer, con los primeros rayos del sol Xi llevo a Zhou a la cama.

-- Estoy hirviendo.Tres meses fue mucho tiempo-- ronroneó ella feliz y victoriosa. Una vida de lujo,derroche ,con un hombre precioso y sin límites en el amor.

Cuatro meses después de la boda

Xi había perdido a Dana, pero había ganado algo más valioso: la redención de su propia alma, la prueba de que era capaz de un amor desinteresado.  

Zhou realmente estaba haciendo la tarea de ser una buena esposa simulando ser INFJ, y seguía llevando a Xi al paraíso haciendo depravada e intensamente el amor. 

Xi no podía quejarse, experto en atraer a su vida mujeres como Zhou, con baja autoestima tendencia a la introversión. Con indicios de deshonestidad, junto con una estabilidad emocional moderada.  poca audacia y un autocontrol moderado,junto con una ambición descontrolada e irracional con el dinero


Shampoo todavia no lograba tolerarla y ella tampoco lo soportaba, pues le alborotaba la alergia ,que lograba que se detestarán cada vez más.


-- Tenemos que buscar la forma de aprender a vivir con esto-- lo consoló Xi-- Se que no es fácil.. Pero yo llevo la peor parte.Te lo aseguro..

Xi entendió que tanto Shampoo como el mismo vivieron el efecto Halo con Dana; fue interesante,misteriosa,muy honesta, nunca dijo que podía llegar a algo con ella y finalmente dijo la verdad. Todo lo demás lo asumió el mismo. Podía decir exactamente lo mismo con Zhou.Ella simplemente era así, vanidosa,fatua,vacía,inmersa en su grupo social y con todas las características del mismo. Bella para lucir la,preciosa en todas sus formas.No podía pedirle la exclusividad en su vida.








-- Tres años máximo estará bien-- afirmó Xi mientras extrenaba un Armani para ir con Zhou a una recepción tan plástica y artificial como su mundo. Una más, igual a todas con una variante.

Bailando una balada,siendo pareja para envidia de todos Zhou le dijo muy bajito.

--- Sabes algo?. Todo tiene consecuencias.

-- Se lo diré a mis abogados.Cuanto quieres?

-- No mucho. Un viaje a Italia y Costa azul.

-- No es la gran cosota.

-- Es que tengo un capricho...

-- Y porque?

-- Por qué me embarazaste.Hay que contribuir a la generación de relevo en China.Es tuyo. Puedes dormir tranquilo....... --susurro Zhu dandole uno de esos besos mortales, apasionados,experimentados, atrapantes y cautivadores, al finalizar del beso Xi pregunto.

--Pense que no querias embarazarte...

--- Soy precavida. Y eso me tranquiliza.

--No te entiendo.

--Hay una herencia.

--No pretendo morirme todavia.

--!Por favor Xi! . Ya me doy cuenta que no la has visto.

-- A quien?

-- Dana Chou Tiene un embarazo bastante adelantado. Obviamente es tuyo.....-- le dijo Zhou con una sonrisa




-#@#-





La ciudad de Shanghái, donde se hacen cursos para conquistar una chica, dónde casi todas las mujeres después de 27 años no consigue pareja, con sus luces parpadeantes y su constante movimiento, fue testigo silencioso de este drama humano, un recordatorio de que incluso en el corazón de la modernidad, las emociones más antiguas y poderosas siguen rigiendo el destino de los hombres. 




En ella ciudad está el hombre de negocios Xi Ling, hábil, perspicaz con los números de inversión,con una diabólica habilidad para predecir que criptomonedas comprar y vender; es fácil para el, los índices tecnológicos y los precios de materias primas no tienen sentimientos,ni aman. Sigue siendo un hombre muy deseado, por elegante,extremadamente atractivo y millonario, recién  padre y con su bella esposa,la sofisticada y preciosa sociality  Zhou



Quien cuida mucho los espacios de su esposo y que sabe que por allá,escondido en lo más profundo de su alma,está una herida que nunca se cerró. 

Y tres años después en una guardería de las zonas de los obreros


Y ese mismo día comenzó clases en una guardería de lujo para que sus madres comenzarán a vivir una experiencia nueva








Fin....



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