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lunes, 19 de mayo de 2025

Herencia de Cenizas, Cap 4,5,

Novelas Por Capitulos


New York brillaba con su arrogancia habitual. En las alturas de Manhattan, donde los cristales reflejan poder y los silencios se compran con tarjetas negras, Diego Alejandro Vargas  había  escuchado lo que suponía era parte de un rompecabezas más complejo.

La revelación le llegó en una de esas cenas largas, vacías de sentido, donde los vinos corren más que las verdades. Una mujer —bella, manipuladora, resentida— había hablado. "¿Isabelle Crane? Esa no siente. No ama. No responde. Está hecha de mármol y silencio."

Él se había reído. Por fuera. Por dentro, una grieta.

La descripción fue más precisa de lo que Diego estaba dispuesto a admitir. Isabelle no se rendía ante elogios, no le importaban los lujos —a pesar de estar rodeada de ellos por ser dueña a su edad de una incalculable fortuna y una herencia fastuosa—, y si alguna vez alguien intentó ganarse su alma, fracasó como quien intenta atrapar el humo con los dedos.

Pero él no estaba acostumbrado al fracaso. También Su fortuna era una maquinaria sólida, sus amantes coleccionables muy de  fArras y de alfombra roja y perfectamente prescindibles. Lo que no sabía manejar era el desinterés. Menos aún, el desinterés genuino.

Ella lo había herido sin tocarlo.

Situación que en la misma oficina de Isabelle compartia con Diego otro hombre,Eric Foster  otro ejemplo de esa herida sin contacto. Tenía 30 años, un máster en Finanzas por Columbia, y un miedo incurable a no ser suficiente. Isabelle lo contrató tres años atrás para su Gerencia  en la firma de inversiones de su padre. Desde entonces, Eric había pasado de ser un ejecutivo competente a un sirviente con corbata.

La amaba. Lo sabía. No lo decía.Se tenía que tragar ese sentimiento desgarrador que causaba la presencia de ella 

En cambio, vivía para complacerla: informes a tiempo, café sin azúcar, silencios calculados. Isabelle lo miraba solo cuando necesitaba algo. Y él, como un perro fiel, respondía con gratitud.Por que al menos por un momento el era importante para ella.

—Eric, necesito el reporte de Tencent en 20 minutos. Y que alguien me reserve la mesa 7 en Le Coucou. A las doce. No quiero excusas —le dijo esa mañana, sin levantar la vista del portátil.

—Por supuesto, Isabelle —respondió él, tragando saliva, casi agradecido de que ella lo tratara con desprecio en lugar de indiferencia.

Había días en los que Eric pensaba que ella podía mirarlo distinto. Pero entonces la escuchaba hablar con ese tono quirúrgico, esa voz sin textura, y se daba cuenta de que lo suyo no era deseo reprimido. Era simple y llana obediencia emocional ante una mujer que utilizaba todo a su favor, con fría eficiencia.

Ese mediodía , en Le Coucou, Diego la vio antes que nadie. Vestía de negro. Solitaria. Sin mirar el móvil. Sin sonreír.

Se acercó. La tensión era invisible pero brutal.

—Isabelle —dijo, firme.

Ella alzó la mirada.

—Diego —respondió, sin más,viendo el extremadamente atractivo hombre frente a ella.

—¿Puedo sentarme?

No dijo sí. Lo miró. Eso bastó.

Silencio.Lo cuál el interpretó como un "me da igual" 

—Creí que este restaurante te parecía vulgarmente europeo.-- indicó viendo el ambiente alrededor.

—Sigue siéndolo. Pero el chef me debe una apuesta.-- contestó,excrutandolo,esperando ver con que le saldria 

Pidió whisky. Ella no pidió nada. No lo necesitaba,estaba terminando un frugal almuerzo, había ido para mostrarse, y bueno Diego serviría para publicidad adicional. Su presencia ya lo llenaba todo.

-- A veces me fastidia la gente, se colocan en mi espacio vital y realmente es aburrido

—Dicen que no sabes amar , para un experimentador social es un aprendizaje muy interesante —soltó él,directo. Si se iniciaría una contienda,por algún lado había que empezar.

—Dicen muchas cosas. También dicen que tú solo sabes mentir cuando no consigues lo que quieres.Eso igual me da curiosidad. Que haces con tus metas? Las inventas o te imaginas resultados? O solo quieres algunos momentos de atención para auto saludarte?

—No me interesas como trofeo.No es así como luce

—Agradezco la sinceridad.No me interesas, punto, tampoco soy parte de un circo.-- contestó poniendo un limite

Fue tan simple como brutal.

—¿Nunca te has enamorado, Isabelle?.Pareciera que tuvieras miedo a algunas cosas,-- indagó viendo un grueso muro defensivo que la envolvia

Ella lo miró. Le sostuvo la mirada. No hubo ternura. Solo evaluación.

—El amor es una deuda emocional. No lo necesito. Tú sí. Y eso te hace débil.Por lo que veo, viniste con la expresa idea de cuestionarme.Porque? 

Diego no contestó. Entendió que Isabelle era muy rápida en llevar todo a situaciones límites.

-- Quería ver una posibilidad de inversión.

-- Esto nos lleva a un ambiente más colorido. Que tanto?

--285 millones de $.

-- No es un bluft. Es para crearte un interés al verme. 

—No te estoy viendo. Tú viniste. Y me tengo que ir 

-- Me disculpo Isabelle, realmente me equivoqué. No pretendo conquistarte. No tengo un Broker y necesito invertir parte de mi capital.

Se levantó, tomó su clutch y lo miró como se mira a un error de cálculo.

—No todos los vacíos se llenan con dinero, Diego.

Y se fue. Sin temblar. Sin un giro de cabeza.

Afuera, mientras esperaba su chofer, Isabelle vio a Eric acercarse. Llevaba un abrigo que no le favorecía y el andar ansioso de quien no espera nada pero se entrega igual.

—Tu auto está aquí —dijo él.

—Lo sé —respondió ella. Luego, sin mirarlo—: ¿Reservaste mi suite en el Langham?Hoy no iré a casa 

—Sí. Como lo pediste. Vista norte. Sin flores.

Ella subió al auto. Antes de cerrar la puerta, se volvió:

—¿Sabes por qué nunca te miro, Eric?-- indicó Repentinamente desde su asiento en la Cadillac Escalade 

Él tragó saliva. No sabía si quería la respuesta. Pero asintió.Y se acercó a la ventanilla abierta.

—Porque eres como una nota al pie en un contrato: útil, predecible, y nadie lo suficientemente interesante como para leer hasta allí.

Subió el vidrio. El chofer arrancó.

Eric se quedó solo en la acera, bajo la llovizna, con el corazón reducido a polvo. Y aún así, al día siguiente, le enviaría su café sin azúcar. A tiempo.

Diego salió minutos después. Había pagado la cuenta con una tarjeta negra Visa President personalizada,  era la única testigo a la que no logro  ocultar su fracaso. Caminó por Park Avenue sin rumbo, con el estómago y el alma vacía.

Dos hombres ricos, rotos por la misma mujer.Ambos se cruzaron caminando sin conocerse.

Uno lo sabía. El otro no quería admitirlo.

Isabelle Crane, a sus 22 años, era la prueba viviente de que el amor no es una moneda universal.

Y que en esta ciudad, a veces el hielo no se derrite. Se multiplica.

¿





¡

Ese fin de semana.

El evento era el tipo de fiesta donde el champán vale más que un sueldo anual y las miradas son contratos implícitos. El Museo de Arte Moderno reabría su ala de coleccionistas privados con una gala reservada para la élite que vive del dinero que genera el dinero.

Diego Alejandro Vargas llegó tarde. Por cálculo. No Sabía que Isabelle estaría allí. Pero al llegar descubrió también que el  vestido, su silencio y su distancia serían los verdaderos protagonistas de la noche.

Lo que no sabía era que Isabelle ya lo había previsto todo.

La vio de inmediato. Vestía rojo. No ese rojo vulgar que buscan las debutantes desesperadas por atención. No. El rojo exacto. El rojo de una herida abierta, elegante, imposible de ignorar.

Estaba hablando con el CEO de una farmacéutica asiática, flanqueada por dos curadores de arte y un príncipe exiliado. Reía con una perfección robótica. Sin alma, pero con precisión.

Eric estaba cerca. Como siempre. De traje gris, postura obediente, sonriendo sin ser parte. Vigilaba a Isabelle como quien cuida un arma cargada.

—No la mires así, Eric —le dijo una colega de relaciones públicas—. Te vas a quemar con una mujer que ni sabe que existes.

—Ella sabe —respondió él. Pero su voz sonó como un eco sin fuerza.

Diego cruzó la sala. Los flashes lo seguían. Él era noticia siempre, pero esa noche no quería titulares. Quería que ella lo mirara como un hombre, no como un capital.Y para ser sinceros no esperaba encontrarla ahí,y haría todo lo posible para no hablar con ella.

—Isabelle —dijo, cuando por fin se enfrentaron,porque a pesar de sus intentos coincidieron frente a frente,peligrosamente muy cerca uno del otro.

—Diego —respondió ella, con el tono de quien reconoce el nombre de un antiguo proveedor irrelevante.

—Estás hermosa.

—Siempre.-- indicó ella impermeable al cumplido.

—¿Puedo hablar contigo? No tengo idea del sentido e intención de las obras de esta exposicion

Ella se giró. Lo miró. Y  casi sonrió,luego, como quien decide mostrar que el enemigo está desarmado, alzó la voz sin elevar el tono:

-- Seguro  . Está por ejemplo indica las circunstancias eclécticas de la presión post industrial sobre el punto focal de un desempleado en Menphis-- explicó ella parada junto a el ,frente aquella incomprensible obra de cualquier cantidad de garabatos.

-- Comprendo, cualquier profano diría que se le acabaron los colores , sólo uso 4 y sus mezclas.

-- Esa es otra posibilidad-- contestó ella,sabiendo que Diego era maldita mente precioso y estaban realizando la pose perfecta de la pareja del año.

-- Gracias. Debo irme.-- indicó el para no estar expuesto más de lo necesario

-- Eso es triste. Te vas porque no estás capacitado para entender está galería.

-- No vengo de una selva.Tenemos un movimiento post modernista más humano.

—¿Vas a seguir persiguiendo como un perro sin dignidad?-- le susurró a quemarropa,suficiente para que los que estaban cerca escucharán .

La frase cayó como un cuchillo. Las miradas se desviaron, fingiendo no oír pero sin dejar de registrar.

Diego no respondió. No podía.Era una trampa para obligarlo a quedarse

Isabelle dio un sorbo a su copa. Fría, radiante, letal.Una jugada para divertirse.

—Te lo advertí en Le Coucou. No juego con sentimientos porque no los uso. Y tú, Diego... tú solo sabes jugar cuando ganas.Hablaremos en la oficina.-- terminó de susurrar con expresión obvia.

Él la observó. Por primera vez, realmente la vio: no era una mujer herida ni una mujer inalcanzable. Era una mujer hueca. Una estructura perfecta sin contenido.Y con miedo a algo. Lo descubrió.

Era preferible no contestar. Fue un cuchicheo realizado a propósito. Lo involucraba y presentaba como un tonto adolescente 

—Solo las personas que sienten se duelen. Yo funciono.-- respondió bajo,sabiendo que escucharían,tergiversarian y complicarían..

Se dio la vuelta y volvió con su grupo, como si nada hubiera pasado. Como si Diego fuera parte del mobiliario olvidado del evento.

Eric lo vio todo. Lo sintió como una traición silenciosa. No hacia Diego, sino hacia él mismo. Había soportado el desdén, la indiferencia, la humillación privada. Pero verla hacer eso... en público... lo quebró un milímetro más.Era la primera prueba que a Isabelle le interesaba un hombre

Esa noche, en su departamento anodino del Upper West Side, Eric se sentó frente al espejo. Se quitó la corbata con manos temblorosas. Abrió su portátil. Escribió un correo. Borró el correo. Lo escribió otra vez.

"Isabelle: Estoy dispuesto a lo que necesites. No tengo precio. No tengo orgullo. Solo quiero estar cerca."

No lo envió.

Todavía no.

Diego salió del museo con la mandíbula tensa. Encendió un cigarro que no pensaba fumar. Miró al cielo de Manhattan como si ahí hubiera alguna respuesta. No la encontró.

En cambio, entendió una verdad brutal: Isabelle no lo rechazaba. Lo ignoraba. No porque le doliera menos, sino porque era infinitamente peor.

Y eso... eso era el nuevo dolor de los ricos. Cuando ni siquiera vales el desprecio.




(...continuación...)

Esa noche, Eric no durmió.

A las 3:14 a.m. volvió a abrir el borrador del correo. Esta vez no lo pensó tanto. Lo envió.

Asunto: Para servirte

"No tengo límites, Isabelle. Lo que necesites, lo haré. Puedo protegerte, obedecerte, limpiar tus errores. Solo no me alejes. No me ignores. Haz de mí lo que quieras."

A pesar de la hora ,Media hora después recibió una respuesta. Fría. Escueta. Casi empresarial.

"Necesito acceso al servidor de ArkTech  que está conectado al terminal tres de la oficina personal de  mi papa.Antes del lunes. Nadie debe saberlo. Si fallas, estás fuera. Si cumples, hablaremos."

Él no preguntó por qué. Ni lo que buscaba. Ni si era legal.

Solo respondió: "Entendido."

Ya no era un hombre. Era una herramienta. Y se sentía vivo por primera vez.

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Diego inmune al espectáculo que Isabelle le regaló de gratis,  se quedó contemplando toda la galería. Realmente disfruto la exposición post moderna urbana.

Luego, a medianoche; al terminar la exposición,Diego caminaba solo por la ciudad, como un exiliado de su propio poder. Se detuvo frente a la fachada de vidrio del edificio Crane Global Capital. La empresa de Isabelle. Intocable. Misteriosa. Peligrosamente eficiente.

Un taxi pasó. No lo tomó. Encendió otro cigarro que tampoco fumó.

Sabía que tenía que alejarse de ella. Sabía que lo estaba destruyendo. Pero también sabía —con la certeza con que un adicto reconoce su dosis— que no podía.

#@#@#@#


Al otro lado de la ciudad, en su penthouse de Tribeca, Isabelle Crane no dormía.

Estaba frente a cinco pantallas. Un código corría. En chino. En ruso. En silencio.

Un fondo de inversión secreto, vinculado a inteligencia artificial militar. Un paraíso fiscal en Singapur. Una transferencia opaca en la blockchain de una empresa fantasma. Todo encajaba.

Ella no podía enamorarse. El amor era una variable impredecible. Y lo impredecible, en su mundo, significaba debilidad. Peligro. Exposición.

Sus secretos no toleraban errores. Su fortuna no admitía testigos.Su trabajo en la empresa de su padre era una fachada. Por eso necesitaba la empresa completa para utilizarla como tapadera.

Suspiró. No de cansancio, sino de cálculo.

Diego estaba demasiado cerca. Fue un error exponerse junto a el. En principio le pareció divertido. Todo New York está comentando a las 5 am del amanecer del día domingo  que ella tenía una relación con Diego Vargas.

Eric?  demasiado dentro y desechable.

Y cuando el afecto no se puede permitir, todo aquel que siente... se convierte en un riesgo.

Ella sonrió. No por emoción.

Sino por control.


Capítulo 5: Infiltrados en el abismo

 En la madrugada para amanecer lunes ;  Eric Foster luego de pensarlo todo el día domingo, entró a las oficina personal de Vicente Crane, contaba haber desactivado toda la vigilancia AI,  fue a la terminal 3 que conectaba con ArkTech a las 2:38 a.m.

La seguridad lo dejó pasar en la entrada principal Tenía acceso. Lo había tenido siempre y era común su presencia a cualquier día y hora. Lo que no tenía era permiso para entrar al núcleo de servidores.Lo hizo. Tenía una llave holográfica y una sala virtual de comando en su oficina, con los lentes holográfico  puestos estaba en la oficina de Vicente Crane.

Esa noche sí que  haría historia, Vestía jeans y una chaqueta negra. Se sentía como en una película de espías, pero sin el glamour. Llevaba un USB cifrado en el bolsillo interior, con instrucciones precisas de Isabelle.

Mientras subía al piso 34, repasaba mentalmente el proceso: conectar, extraer, cerrar logs, salir. Diez minutos. Once máximo.

No sabía para qué era la información. No preguntó. Solo obedecía. Como un perro amaestrado en medio de una tormenta.

Cuando todo terminó, salió caminando al amanecer del lunes  con el cuerpo empapado en adrenalina y vergüenza. No era el mismo hombre.

Ahora era útil.

Isabelle recibió los archivos a las 6:22 a.m del lunes ., mientras tomaba café en bata de seda, sin maquillaje, con la luz del sol reflejada en sus vidrios blindados.

Abrió el paquete digital. Verificó firmas. Rastros. Accesos. Todo limpio.

Sonrió. No con placer. Con eficiencia.

Después envió un mensaje.

"Bien, Eric. Estás aprendiendo. Mañana te quiero en Dubai.Alllacespera instrucciones. Vuelo privado. Sin preguntas."

Y luego lo borró. No por seguridad.

Por costumbre.

@#$$@#$@$

Diego, por su parte en la semana , había comenzado a buscar respuestas. No por curiosidad, sino por dolor.

Contrató a alguien que hacía trabajos especiales para su propia organizacion. Un investigador con acceso a lo que no se ve en Google. No quería espiarla por despecho. Quería entender qué lo estaba destruyendo. Porque Isabelle ya no era solo una mujer para él.

Era una obsesión estructurada.Entendia que no descubriría todo. Digamos que el nivel externo,así su investigador se lo hizo saber...Con eso tendría una idea.

Lo primero que descubrió fue el rastro de empresas ficticias. Transacciones con paraísos fiscales. Lo segundo fue más inquietante: una empresa tecnológica en Singapur, Deep Dark Virtual Systems, aparecía como dueña de un programa de IA que había sido retirado del mercado por razones legales.

Una IA que analizaba emociones humanas para manipular decisiones financieras.

Diego no era ingenuo. Había usado trucos sucios en su vida. Pero esto era otra liga. Otro juego. Isabelle no vendía sueños. Vendía control. Y lo aplicaba como una artista quirúrgica.

"Ella... no solo sabe que me tiene a sus pies. Me usa como un experimento más. Quiere ver de que soy capaz-- , pensó.

No sabía si debía detenerla... o si quería verla más de cerca todavía.

Esa tarde del lunes en qué allano la oficina de Vicente , en un lounge privado del aeropuerto JFK, Eric esperaba el vuelo del Airbus 350-1000 VIP que lo llevaría únicamente a el.

Llevaba una carpeta con información clasificada de su propia empresa. Datos que Isabelle le había pedido sin contexto. Tenía miedo. No del arresto. No de la traición.

Tenía miedo de que, incluso después de cruzar todos los límites, ella siguiera sin mirarlo como un ser humano.

Esa  noche del día lunes, Isabelle estaba sentada en la terraza de su mansión en Malba Square,  viendo datos en una tablet. Junto a ella, en reunión virtual un jeque con inversiones en deep tech y ciberseguridad.

Conversaban en código. En porcentajes. En amenazas. En ganancias.

Isabelle no pensaba en Eric. Ni en Diego. Ni en el amor.

Pensaba en el algoritmo que estaba desarrollando. Un modelo que predecía crisis humanas antes que los humanos las sintieran. Lo llamaba informalmente "Red Flag".

Era el futuro del control emocional financiero. Ella no lo había creado sola.

Pero sería la única en dominarlo.

#@#@#@#@

En la semana, Diego, en su penthouse, recurrente ,miraba el cielo con una copa de whisky sin hielo.

Sabía que estaba metido en algo más grande que una mujer imposible. Sabía que Isabelle no era solo cruel. Era peligrosa.

Pero la pregunta que no podía dejar de hacerse era otra:

¿Y si me hundo con ella... solo para verla sin máscara? Porque actúa así?. En una constante defensiva? No es lógico? La gente de New York solo son ridículos y autodestructivos.Ella no.

Eric, a 30 mil pies de altura,  esperaba. Sin entender que ya no volaba hacia ella.

Volaba hacia su propia extinción.


#@#@#

Isabelle Termino la reunión y vio la alerta. Era Clhoe.

Clhoe hablo tan rápido que no le entendió.

-- Que vienes para acá?  Está bien--. Yo mañana te llevo a la universidad antes de ir al trabajo o tu te llevas el Aurus Senat. Vicent tiene más de medio año sin encenderlo.

Una hora después el taxi dejo a Clhoe en la casa y sentada en el sofá junto a la perfecta y enigmatica Isabelle le dijo.

-- Hicistes un escándalo el Sábado junto a Diego.

-- La única que escuchó fue Ivonne.

--- Querías hacerlo público.-- entendió Chloe

-- Ivonne da esas oportunidades. No viniste a eso.

-- Averigue... Nuestro padre tiene una hija ,  15 años,se llama Rin, es delincuente juvenil, casi se mata con una sobredosis y Vicente está enloquecido con esa mujer Aiko.

Isabelle guardó silencio ,mientras apuró un sorbo de Coca Cola..

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La aguja del monitor cardíaco dibujaba picos irregulares mientras Rin  observaba el techo del hospital con ojos vacíos. Dieciséis horas atrás, su corazón se había detenido durante noventa segundos. La sobredosis de Neuro-K,  mezclada con Ketamina, sustancia sintética que inundaba el submundo de Miyagi, casi la había convertido en otra estadística más. Otra adolescente perdida en el abismo urbano de un Japón que prefería fingir que sus problemas no existían.

A través de la ventana de su habitación, Rin contemplaba las luces de neón que teñían el cielo nocturno de Miyagi. Su reflejo le devolvía la imagen fragmentada de lo que era: una chica de quince años con tatuajes cibernéticos decorativos temporales en toda su  piel, sintió el palpitar  de sus sienes, supuso que su pelo cabello negro con mechas violeta fluorescente estaría hecho un desastre,  y sus  ojos heterocromáticos—uno azul heredado  obviamente de su padre, y otro negro azabache como el de su madre japonesa, Aiko.

El mensaje de Kazuo iluminó la pantalla de su I Phone : "23:15. Pasillo este. Trae lo que guardas."

Rin arrancó el catéter de su brazo sin pestañear. La sangre brotó un poco , manchando las sábanas blancas con un patrón que le pareció hermoso. Del compartimento oculto en el tacón de sus botas cyber-goth extrajo un chip de memoria.

Sabía porque su gente quería que se fuera con ellos.

 Allí estaban las coordenadas, los nombres, las transacciones. La única prueba de que el grupo Kaonashi de Tokyo les había robado seis millones de yenes digitales, producto de tres meses vendiendo acceso a fiestas Rave en galpones abandonados. prohibidas en el distrito de Aoba.

En el pasillo este, Kazuo y Mei la esperaban. Ambos vestían el uniforme de la subcultura: cuero sintético negro, componentes electrónicos expuestos, maquillaje que simulaba circuitos y coordenadas. . Nadie cuestionó su presencia. En un Japón obsesionado con la perfección tecnológica, los adolescentes cyber-goth eran invisibles por elección.

"Aiko andaban para arriba y para abajo junto a un extranjero buscándote por todos lados. Oye, de paso; te queda magnífico ese tinte morado en el pelo" susurró Mei mientras avanzaban hacia la salida de emergencia.

- Que te pasa? No he tenido tiempo ni de bañarme-- susurro Rin.

 "Pues deberías verte en el espejo....Ahora están aquí . Aiko está dormida en el pasillo y el extranjero está afuera ,en el estacionamiento ,Creen que sigues sedada."

"Déjalos creer," respondió Rin, su voz un susurro ,con la voz ronca por el efecto de todo lo que ingirió por su garganta. 

-- Vamonos-- apresuró tambaleante Rin,hacia la estación del tren, Amanecería pronto y tomarían el primer viaje,4 A M

El tren bala a Tokyo era un tubo plateado que cortaba la noche a 320 kilómetros por hora. Rin observaba el paisaje difuminarse mientras Kazuo  le compro un café bien cargado  estabilizadores en su sistema. No podía permitirse otra sobredosis, no esta noche.

"¿Estás segura de que estarán allí?"--- preguntó Kazuo, sus pupilas dilatadas por sinteticas, un potenciador sensorial ilegal.

"El Laberinto Eléctrico es su territorio," contestó Rin. "Kaonashi no rechazaría una oferta de paz, especialmente cuando creen que venimos desarmados.En realidad estamos haciendo historia. Somos los primeros que dejamos de ser visual estéticos y entramos en profundidad.

El distrito de Shinjuku había evolucionado para mal, casas vacías,edificios vacíos,galpones abandonados . Entre ellos, los espacios abandonados se habían convertido en el hogar de quienes rechazaban la utopía tecnológica japonesa. El Laberinto Eléctrico era uno de esos lugares: un antiguo centro comercial reconvertido en club clandestino donde la realidad y lo virtual se entrelazaban sin distinción clara.

La música industrial golpeaba


https://youtu.be/ksLFPR_EGl8?si=V_5jgK92B0ndXNlI 


como un segundo pulso mientras avanzaban entre cuerpos que bailaban en trance químico. Rin identificó a los miembros de Kaonashi por sus máscaras blancas características. Cinco figuras que controlaban el flujo de datos ilegales en Tokyo este.

"Miyagi no debería enviar niños a hacer trabajo de adultos," dijo la figura central, su voz distorsionada digitalmente.

Rin sonrió, un gesto frío que no alcanzó sus ojos. "No somos niños. Somos lo que ustedes crearon cuando decidieron robarnos."

El intercambio fue rápido. El chip por los fondos robados. Pero Rin sabía que no habría paz. Lo supo cuando detectó el ligero movimiento de manos hacia armas ocultas.



III


La primera tanda de puñaladas  paralizó a Mei. La segunda derribó a Kazuo. Rin apenas tuvo tiempo de huir  Cuerpos cayendo, gritos ahogados por la música, luces estroboscópicas que convertían la violencia en una danza macabra.

Mientras se arrastraba hacia la salida, con una herida abierta en el costado y el sabor metálico de la sangre en su boca, Rin recibió la notificación en su I Phone. la transmisión en vivo había sido un éxito. Todo Tokyo underground estaba viendo la traición de Kaonashi. La venganza no sería inmediata, pero sería inevitable.

En el hospital de Miyagi, el teléfono de la habitación vacía sonaba insistentemente. Vicente y Aiko Crane, preocupados por la falta de respuesta del personal médico, no sabían que su hija estaba desangrándose a trescientos kilómetros de distancia. 

Y mientras la conciencia de Rin se desvanecía en un callejón de Shinjuku, su último pensamiento fue que quizás, después de todo, la sobredosis habría sido una salida más misericordiosa que la verdad que ahora todos conocerían.

Por eso, con lo último de fuerza y colocando su iPhone con disparador automático se hizo un selfie.Habia visto morir a sus compañeros, vio morir a los de la otra banda.

-- Ahora sí soy una auténtica basura.Y es verdad.Tengo el pelo color morado-- exclamó satisfecha.



luego se desmayo
#@#####

El olor a antiséptico se mezclaba con el aroma metálico de la sangre seca en las vendas de Rin la hija de Aiko. La habitación 307 del Hospital General de Tokio era un refugio temporal para la joven de quince años que había sobrevivido, una vez más, a sus propios demonios. Sus ojos, una mezcla perfecta entre el azul gélido heredado de su desconocido padre y el negro profundo de su madre japonesa, observaban con desdén el goteo constante del suero que mantenía a raya el síndrome de abstinencia.

Nadie en el hospital sabía su verdadero apellido, ella no lo dijo el de su madre. Para el personal médico, ella era simplemente Rin Aoyama, otra adolescente problemática de los barrios bajos de Shibuya. Nadie imaginaba que ella vivía en Miyagi, protagonista de una pelea que se comentaba en la fauna salvaje y subterránea de Tokyo, ella misma desconocía que por sus venas corría la sangre de Vicente Crane, uno de los inversores más poderosos de Wall Street, un hombre cuya fortuna rivalizaba con la de pequeños países.


"Mañana te irás, la policía quiere hablar contigo, y estás en graves problemas, se ve que vienes de otro hospital, hay una cuenta que pagar y llegastes sin documentos

informó la enfermera mientras revisaba sus signos vitales.

Rin sonrió con amargura. La mentira que había construido funcionaba a la perfección. Sus madre Aiko creían que estaba en el hospital Miyagi, mientras que en el hospital pensaban que sus progenitores vivían allí. La realidad era que Aiko, su bella madre japonesa, había abandonado a Vicente Crane hace años, llevándose consigo el secreto de su embarazo.

"Como sea", respondió Rin, ajustando la manga de su camiseta para ocultar los tatuajes que revelaban su afiliación a los Cyber Ghosts, una de las bandas más temidas del submundo de Miyagi. La última pelea territorial contra los Neon Yakuza había terminado con tres de sus compañeros muertos y ella con una sobredosis de una nueva sustancia sintética conocida en las calles como Sueño rosado .

La enfermera salió, dejando a Rin sumida en el silencio interrumpido únicamente por el pitido de las máquinas. Desde la cama contigua, separada por una delgada cortina, escuchó una respiración entrecortada. Su compañera de habitación, una mujer de unos ochenta años, luchaba por cada bocanada de aire.

"Niña", la voz de la mujer sonaba como papel de lija contra metal. "Acércate."

Rin dudó, pero algo en aquella voz quebrada la atrajo. Se levantó con dificultad, arrastrando el soporte del suero hasta la cama vecina. La mujer tenía el rostro demacrado, con la piel amarillenta y los ojos hundidos. Entre sus manos huesudas sostenía un libro de aspecto antiguo.

"Toma esto", dijo, extendiendo el objeto hacia Rin. "Es el último manuscrito de Ryo Tatsuki. Nunca se publicó."

Rin conocía ese nombre. Ryo Tatsuki era leyenda urbana, un mangaka cuyas obras habían sido prohibidas por su contenido extremadamente violento y sus predicciones inquietantemente precisas sobre tragedias sociales. Se decía que había desaparecido después de que su editorial rechazara su última obra.

"¿Por qué me lo das a mí?", preguntó Rin, tomando el libro con cautela.

"Porque tú eres parte de la historia", susurró la mujer antes de que una alarma en su monitor cardíaco comenzara a sonar frenéticamente.

El caos se desató en la habitación. Médicos y enfermeras entraron corriendo mientras Rin era empujada de vuelta a su cama. Desde allí, observó cómo intentaban reanimar a la mujer sin éxito. Cuando finalmente la cubrieron con una sábana, Rin miró el libro en sus manos. Parecía un simple cuaderno de bocetos con tapas negras desgastadas.

Al abrirlo, descubrió que todas las páginas estaban en blanco. "Basura", murmuró, arrojándolo dentro de su mochila.

Tres días después, Rin fue dada de alta. La líder de los Cyber Ghosts no podía permitirse más tiempo fuera de las calles. Su territorio estaría siendo disputado, y su ausencia interpretada como debilidad.Debia volver a Miyagi,y preparar un cuento apocalíptico para lanzarse lo a Aiko,junto con la factura del hospital y evadirse de la policía.

Mientras esperaba el ascensor en el vestíbulo del hospital, abrió distraídamente la mochila para buscar sus auriculares. El libro de la mujer fallecida cayó al suelo, abriéndose.

Rin se congeló. La primera página, antes completamente en blanco, ahora mostraba un dibujo detallado de ella misma en la cama del hospital. El estilo era inconfundible: líneas afiladas, sombras densas, un realismo cruel que capturaba no solo su apariencia física sino también el vacío en su mirada. En la esquina inferior, una fecha: el día siguiente.

Debajo del dibujo, una frase escrita con una caligrafía elegante pero perturbadora: "Las hermanas Crane han encontrado a la heredera perdida. La sangre llama a la sangre."

El corazón de Rin se aceleró. Quien es Crane? Que hermanas?

Siguió viendo en el libro el relato ..los dibujos era una manga impresionante. Como pudo se sentó en el parque exterior del hospital para ver el desarrollo de la historia.

........Su teléfono vibró con una notificación. Un mensaje de un número desconocido: "Hola, hermanita. Isabelle y Chloe están ansiosas por conocerte. Papá ha estado muy enfermo últimamente y necesita poner sus asuntos en orden. ¿Sabías que eres junto a nosotras beneficiaria de su testamento? Qué descuido de su parte no mencionarnos nunca que tú existes"

Rin siguió viendo el libro, incapaz de levantar la vista vio ........ través de las puertas de cristal del hospital, vio una limusina negra estacionándose. De ella descendieron dos mujeres: una rubia de porte aristocrático y expresión calculadora,muy joven,preciosa,cruel en su mirada, y otra de cabello castaño que parecía moverse como una sombra de la primera.

Volvió a mirar el libro. La página siguiente ahora mostraba un nuevo dibujo: las tres hermanas Crane reunidas, pero una de ellas yacía en un charco de sangre mientras las otras sonreían.

El estilo cruel y urbano del dibujo hacía que la escena pareciera salida de una pesadilla contemporánea. Y lo peor era que Rin no podía distinguir cuál de las tres era la que no sobreviviría al encuentro.

-- Maldita sea, tengo necesidad.....tengo que ir a Miyagi.... Boto el libro en el césped, y tomo un taxi.....miró su cartera....tenía parte del dinero que recuperaron de la pelea . No podía darse el lujo de llorar a Mei y Kazuo


Continua



La luz mortecina del atardecer se filtraba por las persianas del rascacielos, proyectando sombras alargadas sobre el inmaculado suelo de mármol de la oficina. Isabelle Cramer, con su cabello rubio platino recogido en un moño impecable, observaba Manhattan desde el piso 47 con la misma frialdad calculadora con la que analizaba sus inversiones. A sus veintidós años, ya era temida en Wall Street por su despiadada intuición para los negocios y su absoluta falta de escrúpulos.

Meditaba sobre la extemporánea decisión de Clhoe afirmando haber obtenido resultados en su investigación,revelando que su padre tenía una hija desconocida.Ella igual lo hubiera averiguado.

El sobre manila que descansaba sobre su escritorio de caoba había llegado esa mañana. Lo había ignorado deliberadamente durante horas, sabiendo perfectamente su contenido. Los resultados del ADN.Mucho dinero había pagado. Le fue facil llegar a Vicente,de ahí a Aiko y su peluquería de mala muerte y su famosa hija. En dos hospitales obtuvo muestras y las dos fueron concluyentes con su propio ADN. Eran hermanas.

 La confirmación de algo que ya sospechaba desde que su padre, Vicente Cramer, había  repentinamente tres semanas atrás, dejando un testamento sorprendentemente complicado.Lo que la obligó a pedir TODA la empresa en vida.


"Señorita Cramer, el señor Kenji está aquí", anunció su asistente a través del intercomunicador.

"Hazlo pasar", respondió Isabelle, sin apartar la mirada del horizonte de Nueva York.


Kenji entró con la silenciosa precisión de un depredador. A sus cincuenta años, su rostro impasible revelaba décadas de servicio independiente , Vestido con un traje negro impecable, nadie sospecharía que sus manos habían ejecutado más de treinta asesinatos.


"Tengo la información que solicitó", dijo Kenji, colocando una tableta sobre el escritorio. "Lia chica se llama Rin, Quince años. Vive con su madre, Aiko, en una casa de las que el gobierno regala en Miyagi.. Actualmente está hospitalizada tras una pelea callejera. Problemas con metanfetaminas y otras sustancias.Los dos hombres que trabajan para mí contactaron a su padre. Vimos a la mujer Aiko y contactaron la niña. Ellos tomaron la muestra para el ADN.


Isabelle deslizó un dedo por la pantalla, examinando las fotografías de una adolescente de rasgos mixtos, con el inconfundible perfil de Vicente Cramer pero los ojos rasgados de su madre japonesa.

Isabelle deslizó un dedo por la pantalla, examinando las fotografías de una adolescente de rasgos mixtos, con el inconfundible perfil de Vicente Cramer pero los ojos rasgados de su madre japonesa

-- Definitivamente es muy bella ¿Sabe ella quién es su padre?", preguntó Isabelle, su voz carente de toda emoción.



"No hay evidencia de ello. La madre Aiko Tanaka trabajó  como camarera en un hotel de lujo en Tokio hace dieciséis años. Aparentemente, tuvo un breve romance muy intenso  con su padre durante un viaje de negocios.


Isabelle sonrió con frialdad, recordó una extraña cláusula del testamento de su padre, . "


". Si hubiera hija o hijo y se demostrara paternidad y  puede ser localizada antes de su decimosexto cumpleaños, tiene derecho a reclamar parte proporcional por partes iguales el 40% de las acciones de Cramer Investments."


El rostro de Isabelle permaneció impasible, pero sus nudillos se tornaron blancos al apretar el borde del escritorio. Cuarenta por ciento. millones de dólares ahora estaban en juego para una  adolescente adicta, que ni siquiera sabía quién era su padre.


"Necesito que desaparezca", dijo finalmente. "Sin rastro. Sin cuerpo. Simplemente... que nunca haya existido."


Kenji asintió levemente. "Tengo a alguien perfecto para esto. Llegó recientemente de Shanghái. Mori. Un especialista., Pero hay un adicional que debe saber.

-- Que cosa?.

--- No se que cosa hizo Rin, Pero mis hombres detectaron dos operarios de Kuroi Tsiku, la secta criminal japonesa que había infiltrado cada rincón del poder en Asia.

Y que tiene que ver?

-- Mis hombres no están muy seguros, pero estaban casi seguros que perseguían o vigilaban a Rin.


* * *


A ocho mil kilómetros de distancia, en un hospital público de Miyagi, Rin  contemplaba el techo descolorido de su habitación. El dolor pulsante en sus costillas le recordaba que había elegido a los oponentes equivocados esta vez. Tres miembros de su pandilla local estaban muertos en Tokyo.

Casi  No recordaba cómo había llegado nuevamente al al hospital de Miyagi.

 Lo había logrado,ahora tenía toda la atención de la policía, de su madre y del atractivo extranjero.

Ahora Ella  era una combinación de  hikō shōnen (delincuente juvenil) , saihan (reincidencia) y shakai futekiyō (inadaptación social) ,areru (agresivo/rebelde).

Descansó un rato.aburrida sabía que en un rato llegaría su madre Aiko con la repetida historia de lágrimas, auto culpa,diciendo que la amaba ,bla,bla.

Vio su bolso y abrió los ojos. Dentro del desastre que era su mente recordó haber botado el cuaderno con dibujos. Estaba nuevamente ahí.

Vio las páginas vacías y los dibujos comenzaron a aparecer.....


"Tienes visita", anunció una enfermera con evidente desaprobación, dejando pasar a un hombre de mediana edad con gafas de montura fina.

El hombre se sentó junto a la cama sin decir palabra. Llevaba un maletín gastado que colocó sobre sus rodillas.

"¿Quién demonios eres?", preguntó Rin en japonés, su voz áspera por el dolor y la desconfianza.

"Soy Hiroshi Yamada", respondió el hombre en voz baja. "Trabajé con tu madre hace muchos años."

Rin lo estudió con suspicacia. Su madre rara vez hablaba de su pasado.

"Tu madre me salvó la vida una vez", continuó Yamada. "Y ahora estoy aquí para salvar la tuya."

Abrió el maletín y extrajo un libro de aspecto antiguo, encuadernado en cuero negro desgastado. Lo colocó sobre la cama de Rin.

"No debes separarte de esto", dijo con urgencia. "Bajo ninguna circunstancia. Pronto entenderás por qué."

"¿Un libro? ¿En serio?", Rin lo tomó con desdén, abriéndolo para encontrar páginas completamente en blanco. "¿Qué clase de broma es esta?"

"No es una broma. Es tu única esperanza de supervivencia." Yamada se levantó abruptamente. "La Kuroi Tsuki te está buscando. Y cuando te encuentren..."

No terminó la frase. Sus ojos se desviaron hacia la puerta con súbita alarma.

"Ya están aquí", susurró, palideciendo visiblemente.

En ese momento, un hombre delgado con un traje gris entró en la habitación. Su rostro anguloso y pálido contrastaba con su cabello negro azabache. Sonrió, revelando dientes perfectamente alineados.

"Señor Yamada", dijo en un japonés fluido pero con un ligero acento. "Qué coincidencia encontrarlo aquí."

Yamada se puso rígido. "Mori."

El recién llegado, Mori, cerró la puerta tras de sí con deliberada lentitud. "Veo que me conoce. Eso facilita las cosas."

Rin observaba el intercambio con creciente inquietud, apretando inconscientemente el libro contra su pecho.

"La chica no tiene nada que ver con esto", dijo Yamada, interponiéndose entre Rin y Mori.

"Por el contrario", respondió Mori, sacando un objeto metálico de su bolsillo. "Tiene todo que ver. O más bien, lo que ahora posee."


Rin terminó de leer y sin entender nada Rin miró el libro en sus manos.

Ahora las páginas blancas mostraban otros dibujos

 Las páginas, antes blancas, ahora mostraban líneas que se formaban como si una mano invisible estuviera dibujando. Un edificio alto. Una mujer rubia mirando por una ventana. Un hombre japonés de traje negro. Y luego, con escalofriante precisión, la habitación de hospital donde se encontraban en ese preciso momento.

"Imposible . Esto no es real", murmuró, pasando las páginas con dedos temblorosos.


Cada página mostraba una nueva escena, dibujada con trazos rápidos pero precisos. Un hombre mayor en un ataúd. Una mujer japonesa llorando. Y luego, con claridad aterradora, el rostro de Mori, con un objeto metálico en la mano, exactamente como estaba parado frente a ella ahora.

"El Oráculo", dijo Mori, su voz cargada de reverencia y codicia. "Después de todos estos años."

"Corre", gritó Yamada, lanzándose contra Mori.

Lo que sucedió a continuación ocurrió con una velocidad brutal. Mori esquivó a Yamada con la gracia fluida de un bailarín y, en un movimiento casi imperceptible, hundió el objeto metálico —un estilete de hoja estrecha— en el cuello del hombre mayor. Yamada se desplomó, llevándose las manos a la herida mientras la sangre brotaba entre sus dedos.


Rin nuevamente dejo de leer. Tenía que salir del hospital otra vez. Quería estar con su madre ,esconderse, sin duda era síndrome de abstinencia alucinativo.

Rin saltó de la cama, ignorando el dolor punzante en sus costillas. 

Fue suficiente. Rin corrió hacia la puerta, el libro firmemente agarrado contra su pecho. El pasillo estaba desierto. Corrió descalza, con la bata de hospital ondeando tras ella, el corazón martilleándole en el pecho.


Detrás, escuchó una voz "Puedes correr, pero el libro ya te ha mostrado lo que sucederá."

La puerta se abrió para dar paso a la angustiada Aiko,Vicente y un policía uniformado.

AIKO desesperada se abrazo a su madre.

Mami,mami,no dejes que me lleven, yo voy a colaborar.. por favor... No permitas que me lleven..



* * *


E


* * *


En la sala de conferencias de la Torre Cramer en Manhattan, Isabelle revisaba los documentos que eliminarían a Rin Tanaka del testamento. Su abogado, un hombre de sesenta años con expresión perpetuamente preocupada, señalaba las cláusulas con un dedo tembloroso.


"Si algún heredero desconocido no aparece para reclamar su parte antes de su decimosexto cumpleaños, las acciones revertirán automáticamente a usted", explicaba. "Pero debe entender que cualquier... interferencia... podría invalidar todo el testamento."


Isabelle lo miró con desdén. "¿Está sugiriendo algo, Dr Hoffman?"


El abogado palideció. "Por supuesto que no, señorita Cramer. Solo cumplo con mi deber de informarle sobre todas las implicaciones legales."


El teléfono de Isabelle vibró. Un mensaje de Kenji : "Complicaciones.  Efectivamente la gente de kuroi Tsuki está detrás de Rin."


Isabelle frunció el ceño. Que significaba eso? Era bueno o malo?

Un segundo mensaje llegó: " La Kuroi Tsuki está movilizando todos sus recursos. La situación ha cambiado."



El abogado los observaba con creciente alarma, claramente incómodo con la conversación.


"Sr. Hoffman, continuaremos esto más tarde", dijo Isabelle con firmeza.

"¿Me estás traicionando?", preguntó Isabelle, su voz peligrosamente suave, cuando el abogado salió 


Isabelle se quedó inmóvil, procesando las implicaciones que llegaban a su vida está niña... Entendió que está niña llegaba y que su planificado mundo se complicaria


En ese momento, las luces de la Torre Cramer parpadearon y se apagaron, sumiendo el edificio en la oscuridad.



Continua 

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