Palacios llegó con la tranquilidad de la derrota. Incansablemente veía History Channel, CNN y Netflix Y las caricaturas de la televisión.
Ensimismado pensaba cómo viviría ahora que le habían quitado el azúcar, la sal, las carnes, los quesos,las harinas,las gaseosas,las cervezas,la margarina ,el café,los cigarrillos y la mayonesa; solamente podía comer algunas hortalizas y legumbres, un poco más y le hubieran quitado el agua.
Hipnotizado veía las imágenes en el TV de plasma: las imágenes de la policía controlando a la gente que quería trabajar y de los que querían que se declarara día festivo el lunes, no laborable el martes, feriado el miércoles, de descanso el jueves, y el viernes de fiesta nacional, con sábado y domingo para descansar.
Adicionalmente jugaba en su computadora holográfica el juego oficial "engaño gubernamental", el famoso juego de combinaciones de excusas oficiales para no hacer nada.
Palacios, a pesar de tener el cerebro lavado, de estar adoctrinado y ser testigo de que jamás se cumplió nada de lo ofrecido, sabía que esas manifestaciones eran para ocultar las sorprendentes revelaciones de los desertores, quienes apenas salían se presentaban directamente a la DEA, KGB, Inteligencia china, japonesa, taiwanesa, suiza, noruega, sudafricana, marciana, de Júpiter, etc., a denunciar los extraños nexos de los gobernantes con las mafias de los Narcosobrinos,el merluzo,el cartel de Sinaloa,el partido democRata,el Kremlin , la iglesia católica y la Tercera Combatiente.
Sobre todo lo había impactado la última reunión del **Comando de Envenenadores y Lacras del Arrabal Central (CELAC)** Apodo callejero: “Los Químicos del Arrabal” o simplemente “Los Venenos”. E En los barrios bajos de la capital, donde el asfalto se derrite en verano y la lluvia arrastra sangre y basura por igual, nadie pronuncia el nombre completo. Solo susurran **CELAC** como quien nombra al diablo. Son los que no necesitan balas para matar. Los que convierten una cerveza en veneno lento, un cigarro en cáncer instantáneo, una jeringa compartida en sentencia de muerte. Los que te miran a los ojos mientras te pasan la botella y ya saben que en 72 horas vas a escupir tus pulmones por la boca. Liderados por Claudia “La Farmacéutica Física ”, una mujer flaca y callada que estudió dos años de Física y Química en la universidad pública autónoma de Viejo México antes de que la echaran por robar reactivos,aunque eso no impidió que comprase el titulo en la Universidad de Vieja California. Ella es la que cocina: ricina casera, talio diluido en licor de caña, succinilcolina robada de clínicas clandestinas de cirugía plástica. Sus soldados son pibes del arrabal que nunca terminaron la secundaria, pero que saben más de toxicología que cualquier médico legista. Tienen una regla tatuada en la nuca, apenas visible bajo el pelo rapado: **“No se balean traidores. Se envenenan, alcalde que se.”** Porque una bala es rápida. El veneno es teatro. Y cuando la policía encuentra un cadáver con la boca llena de espuma verde y los ojos desangrados, solo escribe en el informe: “Posible sobredosis”. Nunca buscan más. Porque en el fondo, todos saben quién fue. Pero nadie se atreve a escribir la palabra completa. **CELAC**. Comando de Envenenadores y Lacras del Arrabal Central.
Así terminaba la introducción de la presentación de la Presidenta de Viejo Guadalajara en su reunión de Mar - A- Lago con el tío Donald, dónde trataría los cupos de sustancias sintéticas para vender a los homeless de Viejo New York..
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La puerta sonó monótonamente, sacándolo de las imágenes neurohipnoticas que provenían de su viejo televisor.
Palacios abrió y se topó con la menuda figura de la conserje.
—Señor Palacios. Mejor venga aquí y vea esto —dijo la mujer tomando imperceptiblemente distancia con el hombre.
Palacios la sigio en silencio hasta el estacionamiento privado de su edificio. Su tranquilidad y tensión baja escaparon cuando vio destrozados los cuatro cauchos Hankook de la camioneta. Su camioneta no tenía ni 2400 km y ya estaba tan destartalada como los cacharros estacionados al lado de ella.
A los Minutos, En el mismo silencio subió a su apartamento.
Esa noche montó una guardia desde la pequeña ventana de la cocina. Vigiló acariciando monótonamente su flower Diana cargado de balines de acero. Luego, vio a medianoche a dos chicos con un reproductor portátil a todo volumen. Uno se incorporo en el capot y bailó flamenco, el otro se incorporo en el techo y bailaba violentamente hip hop también sobre él.
El primer balín de acero impactó en la nalga izquierda del bailador de flamenco. El segundo balín impactó en la boca del estómago del rapero. El hombre parsimoniosamente descendió por las escaleras y llegó a donde los muchachos se revolcaban de dolor. Descargó los 26 balines sistemática y equitativamente en los dos chicos.
Después Palacios durmió muy satisfecho.
En la media mañana Se levantó con un ánimo muy ligero. El rosario de pastillas no le pareció tan amargo ni desmoralizador. Hasta se decidió a caminar. Contempló nuevamente los daños hundidos en la carrocería, más los nuevos agregados por los bailarines. Mañana llevaría la camioneta a la inspección del seguro. Daños maliciosos que no se repetirían. Caminó por las aceras. A lo lejos vio el Wendy's.
¿Por qué no? La tensión y el azúcar lo tenían más que bien. Además, comería hamburguesas de pollo y pavo. Así lo hizo: comió tres hamburguesas adicionadas con salsa picante de jalapeños y mucha sal, después tomó dos Pepsi dietéticas. Como le quedó un huequito por allá, se comió medio pollo a la bróster con papitas, donas de arequipe y merengada de chocolate, con abundante azúcar. Caminó dos cuadras más y se comió un hot dog con salchicha jumbo polaca, siguió caminando. ¡Bananos y uvas!. Igualmente compró seis bananos y dos racimos de uvas y comió con juvenil apetito; unas cuadras más allá devoró dos panes con jamón y queso uruguayo fundido. Allí fue cuando notó que las piernas le sudaban, que tenía mucho calor y el corazón le saltaba dentro del pecho.
—¡Ay, Dios! —dijo a la camarera de un puesto ambulante—. Por favor, llame de urgencia a una ambulancia —dijo, sin poder respirar, y lanzándole el celular a la asustada joven.
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Horas después despertó. Estaba conectado a muchos tubos.
—Tuvo suerte —le dijo la fría e impersonal voz de la doctora que lo monitoreaba—. Llegó a tiempo. Lo trajo una patrulla de la policía.
—¡Vaya! —dijo con voz cansada—. Al menos sirvieron una vez para algo. ¿Fue un infarto?
—Le aseguro que no. Fue un fuerte ataque de hipertensión. Ahora deberá ser disciplinado — informó significativamente la enfermera
—Yo no voy a dejar de comer —dijo Palacios a la defensiva, ante las desproporcionadas intenciones de la mujer...
—Ya veremos —contestó la doctora con una profesional sonrisa—. Allá afuera está una persona que quiere verlo. Lo haré pasar.
Dicho esto, la mujer habló al delgado micrófono que tenía junto a su boca, y casi inmediatamente un joven entró con un muy, pero muy deportivo traje de diario.
—Papá —saludó con suave voz— ¡qué susto nos diste!
—Pero, hijo. ¿Cómo supiste?
—Los chicos de la policía me llamaron. Un amigo me dio un aventón en su jet privado. Adicionalmente, me buscaron y me trajeron. Todos han sido muy amables. Tengo dos días aquí.
—¿Dos días? Fue fuerte, entonces —entendió el hombre.
El otro negó con la cabeza.
—Hay que controlar el pico —le dijo el joven señalándose la boca.
—Lo prometo —mintió Palacios—. ¿Cuándo saldré?
—Mañana mismo nos iremos de aquí...
En la mañana Palacios recibió el alta, se puso su primera inyección de insulina suave y revisó el resultado de las enzimas. No muy altos. Pero sí tuvo un evento.
—Todo lo dañé —dijo el hombre muy apenado, mientras, como un niño pequeño, estaba sentado contrito al lado de su hijo, mientras este manejaba un gigantesco y viejo Chevrolet Impala australiano V-8 TD-GLPS.
—Mi mamá se volvió a casar —informo su hijo con mucha precaución; no era la mejor noticia en estos momentos, pero tenía que saberlo—. Ahora es profesora de arte en la Canadá University.
—Sí. Esa siempre fue la diferencia entre los dos. Ella en el cielo y yo en el fondo del mar —dijo el hombre entendiendo la situación.
—Por favor. Eres un policía muy bueno.
—Hipertenso, obeso, diabético e infartado —se describió Palacios con pesar.
—No fue un infarto —le insistió su hijo, manejando entre el mar humeante de chatarras rodantes y los vagos de Kicillof que los asaltaban, atracaban, asesinaban a los choferes de todo equipo rodante.
Cuando llegaron al edificio, Palacios notó que la Suzuki no estaba.
Su hijo lo atajó.
—Ya la envié al seguro. Los padres de los chicos se comprometieron a mandarlos a reeducación y el manejo de la violencia. Aceptaron cuando les ofrecí dos sillas de ruedas eléctricas, para que aprendan nuevamente a caminar.
La otra sorpresa fue cuando entraron al apartamento, inmaculado, sin las filas de periódicos viejos, ni los muebles, ni las latas de refrescos tiradas por donde fuera.
—¿Me equivoqué de casa? —se asombró Palacios.
—Limpié un poco. Voy a acompañarte unos días.-- informó ufano su hijo
—¿Y tu empleo? —fue la pregunta con un lejano susto.
—Estoy desempleado. Vivo de la seguridad social —explicó con mucho cuidado su hijo.
<div align="right">XII</div>
En ese mismo momento Julyus se sentía en el cielo. Trabajaba en un equipo multidisciplinario de análisis de construcción aerodinámica y de resistencia de materiales. Estaba en el medio de un paraíso cibernético. El Tahirza 908 sería un cazabombardero polivalente clon del Sukhoi 950 MK.
El Xixata 408 era un polivalente, carguero y de pasajeros. Era un clon de un Ilyushin Il 76, había una ayuda técnica de ingenieros de Moscovita.Los hombres solo cobraban con niños y las mujeres ingenieros enviadas por el Kremlin solo pedían que no las obligarán a bañarse y que les enviaran 30 hombres extremadamente dotados por día....Habían muchos dispuestos, Pero en lo que les llegaba el terrible hedor de las ingenieros Moscovitas, muchos quedaban impotentes.
Lo mejor es que no había límites monetarios en la asignación de proyectos. El trabajo era muy fuerte, pero el sueldo y los beneficios contractuales eran excelentes. Todo a pocos días de haberse graduado. Vivía en un vértigo de velocidad impresionante. Odalis Amelia, la lotería y su trabajo. Solo le faltaba un bebé. Lo tendría lo más pronto posible. Con lo que ganaba podía convencer a Odalis de que se retirara de la cooperativa y se inscribiera a estudiar economía en la Universidad de los Pueblos Proletarios.
<div align="right">XIII</div>
Rosiris se maquilló los moretones. Alcanzó convulsos orgasmos mientras Nectario hacía su trabajo. Lo más divino fueron los golpes y cómo la escupió. Era espectacular sentirse sucia. Cuando localizaran al chofer, pagaría para ver su final.
<div align="right">XIV</div>
Príamo vio el anuncio a todo color.Rosiris, La Demonia de Jalisco se presentaba en el Toro Azul Dancing Snack Bar, el sitio donde toda la fauna eléctrica de la ciudad se soltaba a sus anchas. Probaría una vez más la efectividad de sus billetes. Así que reservó para el show de las 7:30 a.m. vía Internet, para pagar en efectivo en la entrada. 2500 dólares por entrada, sin contar el servicio. El joven solicito la mejor mesa.Era un fans de la bella mujer, su crunch solitario , su amor imposible..
A media noche, Después de entrar y comprobar una vez más que sus billetes pasaban la rigurosa inspección del delincuente de la taquilla, Príamo se sentó y disfrutó de un sorbo de su whisky etiqueta azul edición
limitada.
Cuando la mujer salió, el joven quedó en shock; entendió totalmente porque los conquistadores españoles, cuando vieron a las mujeres aztecas, creyeron que estaban en el paraíso; pues aquella mujer era un ángel del cielo. La Demonia estaba vestida únicamente con tres girasoles. Ella cantaba ejecutando un complicado baile que dejaba sin aliento a los hombres. Era una artista excepcional. En el intermedio, fue a su camerino a refrescar su maquillaje, tomarse un vaso puro de tequila y acomodarse con tres fuertes líneas.
—Tienes al chofer sentado justamente enfrente de ti —le dijo Nectario a sus espaldas, después de darle un suave beso en los preciosos hombros.
—¡Menuda sorpresa! Un chofer con tanto dinero —dijo la mujer, viendo de reojo al hombre besar su cuello.
—Tú misma sabes cuánto tiene. A fin de cuentas era tuyo. Distráelo y llévatelo. Después yo me encargaré de él —apremió el asesino, mientras tocaba el húmedo sexo de la mujer—. Después vendré por más...
—Será fácil —dijo la mujer midiendo al bello muchacho con cara de sacerdote, al verlo en la pantalla del Iphone.
Príamo disfrutaba la otra parte del show y en medio de un pase la mujer saltó justamente encima de su mesa, inclinó artísticamente su torso y cubriendo la cara de los dos con su largo pelo, le dio un ligero beso en la boca y le dijo en el oído:
—Me gustas. Ven al ático octavo del Meliá.
La mujer dio un salto espectacular al medio de la tarima y continuó su show...
<div align="right">XV</div>
Horas después, cerca del mediodía, en el penthouse de Rosiris, ella recibió un inmenso ramo de orquídeas rosadas, una botella de champán gigante La Viuda de ocho litros, y un galón de perfume Poisson.
Después entró Príamo vestido en un frac blanco. Era lindo. Mucho más lindo que los babosos e impotentes hombres que tenía que soportar por 300.000 dólares.
—Esta invitación ha logrado que yo vuelva a amar la vida — expresó el joven Priamo con una angelical sonrisa de seminarista, deslumbrado, por la imponente mujer. Era unas 200 veces más exuberante que Salma Hayek o Anne Hatawhay
La mujer sonrió. Sería unos doce años menor que ella. Se sintió como una corruptora de menores. Tenía un pequeño lobo en piel de cordero. Bailaron, conversaron, él la cortejó como un atolondrado estudiante. La besó con timidez y así continuaron por un rato. Ella, en vista de que él no avanzaba en su ataque, exploró con sus dedos expertos.
—¿Qué es esto? ¿Es broma? —dijo preocupada sintiendo aquella columna entre sus manos.
Él abrió su cierre y ella bajó su cara...
—¡Por Dios! —musitó desesperada al ver "aquello".
Para bajarle la potencia recurrió al sexo bucal, pero no le cabía en la boca y todavía crecía más. Él la cargó hasta la cama y con delicadeza la colocó allí. Ella comenzó a temblar en sus piernas, viendo cómo la columna la apuntaba directamente, mientras él se ponía en posición. Ella se sintió en extremo húmeda y sentía sus ojos brillar por el miedo a lo que se imaginaba sufriría. No se equivocó. Un grito gutural salió de sus entrañas, mientras con ojos desorbitados veía el precioso rostro del joven. La destrozaba, la desbarataba. La mataba, y eso que todavía no llegaba a penetrarla completamente,adicional la forma agresiva y brutal de poseerla...
Horas después, se arrastró hasta el baño ayudándose con los codos. Se sentía morir. Ni siquiera cuando a los nueve años fue vendida a un campeón mundial de boxeo de peso pesado sintió algo de tal magnitud. Como pudo, buscó sentarse en el inodoro. Se limpió dificultosamente y con algo más de fuerza fue al lavamanos a lavarse la cara. Se miró en el espejo. Estaba desencajada, pálida , marchita,con el maquillaje regado en su rostro y sus ojos enrojecidos a consecuencia de la bestial sesión.
Miró la puerta. Él estaba parado allí en el dintel de la puerta del baño. Desnudo y en toda su potencia. Con ojos brillantes le dijo:
—Ahora quiero eso —dijo mirando golosamente su trasero.
—No, papito —gimió ella con un ronco hilo de voz, entendiendo perfectamente las intenciones del hombre—. No... ¡Por allí no! No estoy preparada.
Después un alarido estremecedor inundó el ambiente, luego un chillido ensordecedor más fuerte, con un grito estentóreo , otro desgarrador y atronador, aún más fuerte...
<div align="right">Capítulo Dos</div>
Nectario y dos pistoleros entraron en el penthouse. Con cuidado, con las pistolas prestas a disparar, fueron avanzando por la habitación, deslizándose silenciosamente, viendo cualquier rincón con mucha atención. Nectario fue directamente al cuarto. Rosiris estaba en medio de la cama, boca abajo, completamente desnuda; un fuerte olor a alcohol, sexo, tabaco, perfume y drogas se entremezclaba en el cuarto. Nectario vio las líneas encima de la cómoda. Tomándola por el pelo, Levantó la cara de la mujer, estaba lívida, pero semiconsciente.
—Fue lo máximo —murmuró entrecortadamente la moribunda mujer—. Jamás encontré un semental así... ¡Estoy enamorada!
El hombre la soltó. Si él hubiese sabido dónde estaba el tráiler se habría ahorrado todas estas estupideces. Le enfureció el hecho de buscar un dinero que no era de él para nada.
—Yo le diré al cartel que el dinero está seguro... déjame disfrutar un poco más al chofer... pero tú y yo sabemos que no puedo llegar con las manos vacías... así que me ayudarás —dijo agonizante la mujer, sin poderse incorporar.
El hombre maldijo en silencio. La maldita lo involucraba en su incompetencia.
La mujer se desplomó inerte. Manchas de sangre y excremento había en las lujosas sábanas.
Nectario salió sin decir nada. Masculló una maldición. La bailarina había encontrado un juguete y no quería saber de más nada.
¿Sería doloroso recibir 43 tiros? —pensó el hombre, maldiciendo la idea que mandó la mujer al pene del otro.
<div align="right">I</div>
Príamo rememoraba lo vivido... Fue grandioso, divino, espectacular y tierno. Lloró de emoción mientras manejaba el nuevo auto que se robó, un clásico Mercury Grand Marquis. Era la primera mujer en años que lo había aguantado totalmente. Ni las más sucias actrices porno Moscovitas y depravadas apenas lo soportaban. Pero esta mujer lo había hecho llorar de amor. El teléfono celular sonó.
Era ella.
—Sobreviví a tu bestial violencia —le dijo la voz entrecortada de Rosiris, quien con gran esfuerzo le hablaba—. Tú eres lo que en toda mi vida he buscado... Debemos hablar.
<div align="right">II</div>
Palacios despertó, se preparó mentalmente para las horribles caminatas a las que lo sometía su hijo. Lo peor era la dieta: vegetales, nada de sal ni azúcar. Jugos prebióticos y lo peor, el orden y limpieza de su hijo. Geraldo era geométrico, perfecto, aséptico y sintético.
El hombre oyó el zumbido de una aspiradora. Después del rosario de pastillas, encontró a Geraldo en medio de la sala con una licra verde, descalzo y un paño alrededor de la cabeza, aspirando frenéticamente todo el lugar. El joven al ver a su padre comenzó a hablar en un tono y terminó en otro.
—Hola, papi —corrigiendo vivamente y en tono más grave— ¡Hola, papá! Ya nos vamos. Hoy caminaremos 10 km. Ya te preparé café light con aspartame y leche light. Mañana podrás tomar café negro normal, pues alternándolo es magnífico.
Palacios hizo una mueca. Geraldo cocinaba, lavaba, diseñaba ropa, hacía decoraciones, cantaba muy bien y él lo encontraba siempre ensayando pasos de baile.
—Tengo unos ahorros —dijo el joven mientras guardaba el aparato y hacía gráciles gestos—. Eso permitirá que te hagan un acomodo con células madre para restituir el páncreas ,el corazón, y mandar la diabetes a la basura.
—¿Cuánto cuesta eso? —preguntó Palacios viendo las maniobras del otro.
—Muchísimo dinero. Pero no me importa. ¡Vámonos ya! —dijo finalmente el joven en la puerta del apartamento, haciendo un grácil gesto diferente para salir.
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Transcurrieron varios días. Palacios comenzó a sentirse bien. Hasta se ilusionó creyendo que le gustaban las ensaladas de acelgas, brócoli, ajo, berenjenas sancochadas, lentejas y nada de sal.
—¡Por fin! —dijo el joven leyendo las lecturas del tensiómetro electrónico—. 11.5 y 7.5, el azúcar en 115. Excelente. Y ahora la mejor noticia : conseguí trabajo. 5000 dólares mensuales bailando en la gira de la Demonia de Jalisco. Debuto esta noche en el Toro Azul. Tienes que verme.
—Sí, por supuesto —dijo Palacios, con gesto de resignación.
<div align="right">III</div>
Odalis Amelia cavilaba. Su primer premio fue producto de un sueño. El método era un delirante conjunto de números que ella no sabía si funcionaba o no. Aparte de que no le veía soporte científico, ya sea estadístico o probabilístico. La curiosidad la mataba. ¿Y si calculaba sin jugar? Un extraño sentimiento la invadió. Sería espantoso calcular y no jugar y que acertara. Ella no se sentía ambiciosa, con lo que tenía era más que suficiente, pero de alguna u otra manera veía la tentación del diablo en el método. Algo le decía que lo plasmado en el CD era verdad. Adicionalmente, se sentía mal por no compartir con Julyus su secreto. La relación de ambos era de confianza mutua, a petición de ella, y precisamente ella no lo cumplía al esconder el método. Cada vez que él llegaba cansado de noche, ella sentía que lo traicionaba. Pero una tenaza mental le impedía mostrarle el escrito.
Sorpresivamente Julyus llegó temprano.
—Hola, mi bella princesa —le saludó, levantándola como una pluma dando vueltas por toda la sala con ella.
—Hola, mi bello feo —le dijo entre gritos al ver cómo daban vueltas sobre sí mismo sin control, terminando por darse de sopetón en el sofá.
—Hoy seremos dos adolescentes con dinero. Compré entradas para ver el show de la Demonia de Jalisco. Eso es para esta misma noche —le dijo Julyus besándola por todas partes.
<div align="right">IV</div>
El Toro Azul era una gigantesca cabeza de toro azul fosforescente. Se entraba por la boca y se descendía a los diferentes ambientes por ascensores y aceras móviles. La Demonia de Jalisco se presentaba en la zona VIP ejecutiva, únicamente en las mañanas. Casi todo su público eran los vagos y políticos corruptos del régimen, que no tenían por qué cumplir horario de trabajo.
Odalis Amelia y Julyus bajaban vestidos apropiadamente con vaqueros Levi's originales, camisas Lee y botas loblan de cuero legítimo, remataban con sombreros colombianos.
Llegaron a la pista, la cual era un círculo aéreo transparente. Luces, colores, gente bella y mucho dinero.
Palacios sentado en una mesa no dejaba de pensar.
—¡Por Dios! ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —le decía a su inexistente esposa, viendo el espectáculo, antes del espectáculo que permanentemente daba su hijo, para un homófobo, extremo religioso,devoto admirador de Trump y Milei, le era imperdonable que su hijo se presentaba con un flequillo, una franela con la cara de Cristina Kirchner y bailaba el "violador eres tu"..
Continuara...










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